Riberalta entre ayer y hoy
Riberalta entre ayer y hoy
Autor: Willi Noack
Publicado: La Gaceta del Norte, No. 4, 3era semana de diciembre de 1991
En la historia, un lapso de casi 70 años es tan poco como un respiro.
Hoy me gustaría que Ud., estimado lector, me acompañe en un vistazo a la región amazónica, tal como está relatado en mi librito, cuyo título y autor desconozco, sabiendo solamente a ciertas que fue escrito en el año 1923. Dice el autor en el capítulo “Pueblos”.
“Pueblos: Los pueblos que se hallan constituidos, aunque desfallecientes y agrestes, son:
1. Riberalta: Es un bello pueblo que está situado a los 11° latitud Sur y 61° longitud 0. de París. Hállese en una situación privilegiada, frente a la confluencia de los caudalosos ríos Beni y Madre de Dios, sobre una meseta natural de 30 metros sobre el nivel del río y 160 sobre el nivel del mar.
La población de Riberalta es poco más o menos de tres mil habitantes. Su temperatura media, 24° C y su constante ventilación, hace que su clima sea el más saludable de toda zona. Sus calles tienen 20 metros de anchura, con 160 manzanas de a 100 metros por lado.
Hay un servicio de luz eléctrica pública y particular que dura desde la 6 de la tarde hasta las 5 de la mañana. La beneficiencia y la salubridad es admirable, debido a la esmerada atención de la H. Junta Municipal.
Además, tiene Riberalta: hermosas plazas, avenidas, parques, una iglesia, hospital, sociedades obreras y centros sociales, imprentas, oficina inalámbrica y veinte cosas más, propias de un pueblo que marcha hacia el progreso.
Don Plácido Méndez, el 3 de mayo de 1884, estableció una barranquita en el lugar que hoy ocupa Riberalta, a la que dio el nombre La Cruz. El 3 de febrero de 1894, se hizo la fundación oficial del pueblo en tiempo de la delegación de don Lisimaco Gutiérrez.
Riberalta es la población más bella y más importante del Beni y del territorio de Colonias, por su cultura, socialibilidad y comercio. Existen fuertes razones económicas e históricas para que sea considerado este pueblo como el cerebro de toda la zona.
Don Rodolfo Araúz, en su informe como Delegado Nacional en 1912, elevado al Ministerio de Colonización, decía: “Riberalta sería para el Oriente lo que ha sido y es Oruro para los distritos mineros de la sierra”.
Y es la pura verdad. En Riberalta afluyen todas las actividades de la región y, además, los intereses de las naciones vecinas, como el Brasil y el Perú. A esto obedece su sorprendente progreso.
Al tocar los aspectos históricos y económicos de este problema, hemos de estudiar la importancia de Riberalta.”
Comparando el Riberalta de entonces con la ciudad de hoy, nos asombra su crecimiento demográfico, pues si contaba con 3.000 habitantes en 1923, 70 años después está con alrededor 55.000 habitantes, o quizás más.
En 1923, Riberalta era “un pueblo que marchaba hacia el progreso, cuando habían pasado apenas 40 años desde el establecimiento de la primera barranquita, y ya contaba con luz y radiocomunicación”.
Sería un importante tema para un historiador e investigador, indagar a fondo las causas, los orígenes que expliquen porqué un desarrollo que había empezado tan prometedoramente, se desaceleró de pronto. Seguro que hay un sinnúmero de explicaciones de tipo externo, pero seguramente también se va a detectar que hay una responsabilidad de generaciones pasadas y probablemente las de hoy que no sabían ni saben administrar su suerte con la misma habilidad que sus antecesores, pues también la suerte necesita ser forjada por el hombre. En este sentido debemos interpretar la máxima de algunos países amigos al prestar su ayuda: “Ofrecer ayuda para la autoayuda”.
Una mirada al libro de la historia que deja mucho que pensar para los que vivimos el reto de hoy.
¿Qué van a decir las futuras generaciones dentro de 70 años cuando hablen de nosotros? Hay un reto imperativo para los líderes cívicos, políticos, económicos, pensadores y dirigentes que exige mucha visión y audacia para manejar Riberalta hacia un futuro mejor y recuperar la dinámica obviamente perdida.
¿O será que me equivoco?
fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack
