Trabajar en el Japón

Trabajar en el Japón

Autor: Willi Noack

Publicado: La Gaceta del Norte, No.7, 4ta semana de enero de 1992

Uno de los periódicos alemanes informó sobre la emigración brasileña al Japón, bajo el título: “El país de la esperanza, pierde sus mejores cabezas”, a raíz de que centenares de miles del Brasil emigran. En 1990, se fueron 130.000 personas y, actualmente, la colonia brasileña en el Japón cuenta con 150.000.

Dice el artículo: “Son los más activos y emprendedores de la clase media empobrecida quienes emigran, y con ellos Brasil pierde sus mejores cerebros y sus manos más hábiles”. Las transferencias financieras de los emigrantes son vitales para los que se quedan.

El tema de la emigración o del trabajo por un determinado tiempo en el exterior, y en el caso específico que nos interesa, en el Japón, merece más cobertura en los medios de comunicación.

¿Qué se sabe a ciencia cierta de la suerte de los que corren este riesgo, buscando una solución a sus problemas existenciales, dejando familia, amigos, costumbres, para lanzarse a una aventura?

Hablábamos con un señor de descendencia japonesa “de verdad”, cuyo tío trabaja contratado en Okinawa, Japón, con el propósito de abrir más discusión sobre el tema que es de importancia para muchas familias que tienen algún miembro allá, y relatamos lo que al parecer es la realidad:

1. Hay problemas con respecto a la supuesta descendencia japonesa para gente de Bolivia, Perú y Brasil, la cual se estipula para recibir el permiso para trabajar.

2. Parece que las perspectivas de remuneración no se cumplen siempre. En el caso concreto, fueron ofrecidos US$ 3.500 / mes al firmar el precontrato en Sana Cruz, pero el sueldo está en US$ 1.200 / mes, según el contrato definitivo firmado en el Japón.

3. El costo de vida es caro, según la información recibida, representa US$ 1.000 / mes un mínimo absoluto.

4. Son trabajos inferiores que desempeñan los trabajadores extranjeros. Hay “comisiones” que cobran intermediarios por haber “conseguido” los trabajadores.

5. No hay racismo ni discriminación. Se trabaja entre 12 a 16 horas diarias. Comida, idioma y costumbres son demasiado distintas para facilitar una cómoda adaptación.

6. El contratado tiene que depositar en mando del contratista su pasaporte y pasaje, para que no pueda irse a su casa sin haber cumplido con su compromiso laboral. También hay amenazas.

Es necesario reiterar que estamos relatando noticias de segunda o tercera mano, sin tener la posibilidad de reconfirmar personalmente esta información. Gaceta del Norte invita a todos los que tienen información, dirigirse a su agencia en Riberalta, Cobija, Guayaramerín o Santa Cruz, para que la información que proporcionamos, sea la más acertada posible.

Consideramos esta labor muy urgente y de buen servicio a la comunidad para advertir a tiempo a todos los que tienen intenciones de trabajar en un país que se distingue en forma diametral del nuestro.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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