El mercado del turismo

El mercado del turismo

Autor: Willi Noack

Publicado: La Gaceta del Norte, No. 16, 1era semana de octubre de 1992

I. La permanente crisis económica de la Amazonia boliviana obliga a buscar alternativas.

Esta región tiene un gran problema económico: su dependencia de demasiados pocos rubros de actividades que generan ingresos.

Bien lo ha descrito el Dr. Said Zeitún en su libro “Amazonia boliviana” cómo vienen y van los llamados “auges”, de la goma, del oro aluvial, de la almendra, de la madera (¿?). Deberían existir varios pilares que sostengan la economía regional para disminuir la dependencia de una sola actividad. Se debe buscar la diversificación.

Pero, ¿qué producto ó servicio está la región en condiciones competitivas de producir? ¿Hay mercados para aquellos productos y se puede llegar al consumidor sin perder la competitividad por elevados fletes y carencia de una infraestructura vial adecuada? Reitero una advertencia: la pesca ofrece un interesante potencial. Pero en este análisis trataremos el turismo, para ver si a través de él se puede evitar la migración al Japón, por falta de alternativas.

II. El turismo internacional como gran desafío.

No es nada exagerado decir que se trata de un gran desafío.

En 1990 participaron, según la Organización Mundial del Turismo, con sede en Madrid, unos 5.000 millones de personas en el turismo, definido como “la ausencia de la casa por más de 24 horas”. Unos 450 millones viajaron al exterior, llamado “turismo internacional”, proveniendo estos turistas en un 80% de los países ricos industrializados.

El volumen de divisas del turismo internacional alcanza un total de unos 110.000 millones de dólares americanos, léase: ¡la cuarta parte de la deuda externa de Latinoamérica!. Sólo los alemanes gastaron en 1991 unos 20.000 millones US$, según noticias de prensa. No sorprende que el turismo genera entre 12% hasta 15% del PIB mundial.

Este turismo se ha perfeccionado en algunos países de tal forma que se habla de una industria turística. Mundialmente, todos los países especializados en este rubro libran una árdua batalla para captar las corrientes de consumo masivo y contar con este mercado. Esta competencia es un factor preponderante, sabiendo que los estándares del turismo están altos y el consumidor reina en este mercado. Nadie debe hacerse ilusiones de que este turista internacional, sabe, conoce, compara, exige (nada de “pedir”…), lo que convierte este negocio en una dura y difícil manera de ganarse la vida.

Las ilustraciones de este artículo demuestran lo dicho y, para facilitar una acertada interpretación, algunas cifras. Vemos el gran éxito de los habitantes de la isla de Chipre, situada en el este del Mediterráneo, donde cada habitante estadísticamente genera US$ 1.095,- por año con el turismo; la cifra correspondiente a Jamaica es de US$ 207,-. Y Bolivia, en 1991: US$ 6,- per cápita.

Vean con qué argumentos los diferentes países intentan a seducir al turista, explotando las “riquezas” de cada uno de los países en forma muy llamativa. En términos absolutos, el vecino país del Paraguay cuenta con tres veces más de divisas que Bolivia, y, per cápita, el factor multiplicador es de cuatro!

La minúscula isla de Jersey, situada en el Canal de la Mancha que divide Inglaterra de Europa, con a duras penas 77.000 habitantes ricos, igual incursiona en este mercado.

III. ¿Y nuestra Amazonia boliviana?

Nuestras ventajas comparativas.

El hombre de negocios debe analizar la situación totalmente realísticamente, evitando una mezcla sentimental de cariño que indudablemente existe por su tierra nativa con el enfoque crítico de un exigente turista, quien compara y conoce otras regiones tropicales como el sur-este de Asia con sus muy grandes encantos. Está bien si nosotros homenajeamos la “Orquídea del Manutata”, que es Riberalta para nosotros; el turista quiere ver la orquídea, y la ve en los mercados pintorescos de Tailandia en montoneras.

Después de este comentario que a mucha gente no le va a gustar, pero que es necesario, repetimos la pregunta: ¿qué tenemos para ofrecer a un turista mimado y exageradamente exigente?

Bueno, el clima. La naturaleza. Los ríos. La selva. Muchos lagos. El cielo más puro de Latinoamérica.

En serio, todo esto existe, es verdad, pero existe en “bruto”, o sea, sin el desarrollo turístico. Lo que falta totalmente es la infraestructura turística que es ineludible para cómodamente “consumir” todas las arriba mencionadas atractividades, por ej. el camino de acceso a un hermoso lago, o el “swimming pool” (así llaman en todas partes del mundo a la piscina…) para poder gozar el sol, queda sobreentendido que no se toleran mosquitos.

Comparando nuestra linda región con la isla de Bali, Indonesia, ella tiene todas las mismas características naturales, pero – ¿qué riqueza cultural además! Templos del Hinduismo en cada aldea, artesanía exquisita para llevar como “souvenir” (pido perdón, pero un recuerdo se llama, en la jerga del turista, “souvenir”) a la casa, son muy importantes estos recuerdos, pues comprueban de ser un turista que sabe viajar por todas partes del mundo.

Hace dos años, llevé a un gran amigo mío, de mucha experiencia viajera, por la región amazónica, sólo para darme cuenta que tenemos relativamente poco a ofrecer, y lo que sí tenemos se encuentra en deplorable estado de conservación, por ej. la herencia de Don Nicolás Suárez, o Tumi Chucua, o las embarcaciones del auge de la goma, botadas en el cementerio de chatarra, cuando representan un patrimonio de la centenaria ciudad de Riberalta. Estuve triste de no poder ni siquiera satisfacer un antojo del visitante de comer en un buen restaurante un pescado fresco, siendo nuestros ríos abundantemente llenos de peces.

En otra oportunidad teníamos que volver con “Tampa Aerolíneas” (un viejo avión, ¿DC 3?) con dos ingenieros argentinos a Santa Cruz, no hace falta mencionar que perdieron su vuelo de conexión…

Estos amigos no volverán, y tampoco recomendarán a otra gente la visita a nuestra región.

Falta infraestructura de toda índole, falta el personal para hacer florecer la industria turística, altamente intensiva en la ocupación de mano de obra.

El turista internacional, antes de viajar a un país tan lejos de su patria como es Bolivia y la Amazonía, se informa a través de la prensa, guías turísticas, relatos de amigos, etc. Para la mayoría de los turistas significa “Bolivia” sólo la región altiplánica.

El interés internacional en los bosques húmedos favorece nuestra oferta turística, pero lo que nos perjudica es que el cliché define la Amazonía como una región brasileña.

IV. ¿Qué significa esto? (algunas conclusiones)

¿Qué hay que hacer? (algunas recomendaciones)

Significa que no debemos soñar: el turismo es un gran negocio y potencialmente es un rubro de actividad económica que nos trae un poco de diversificación. Cuando el mejor comerciante del mundo no tiene mercadería, no vende. Por el momento, no tenemos nosotros la mercadería atractiva, competitiva para incursionar en este super-negocio mundial. El país en otras regiones está empezando a implementar esta industria turística (Samaipata, San Javier y otros). Hay que invertir como en cualquier otro negocio.

Un primer paso sería la construcción de un hotel con mucho encanto para turistas de por lo menos cuatro estrellas, con la piscina lujosa y cuidadita, con un restaurante de primera y un bar de nivel internacional.

Después hay que ofrecer un paquete exclusivo (que no se encuentra fácilmente en otros países) de diversiones, procurando transporte seguro por embarcaciones, movilidades y avionetas, para llevar los turistas a los lugares de la diversión, la pesca, la caza, excursiones en el monte, visita a los indígenas, visita de aldeas humildes y lo demás.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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