El cuarto poder

El cuarto poder

Autor: Willi Noack

Publicado: La Gaceta del Norte, No. 25, 3era semana de febrero de 1993

Cuando en el siglo XVII, luego de una larga época maquiavélica, el filósofo inglés John Locke (1632 – 1704) desarrolló su teoría del Estado, formulando la demanda por la tolerancia y nuevas formas de convivencia, organización social y política (soberanía del pueblo, sistema de representación), las mismas que tuvieron un gran impacto en la sociedad, algunos de estos enunciados formaron parte de la Constitución Política de los Estados Unidos, y empezó una nueva era de la humanidad, la “era de la libertad”.

Charles de Montesquieu (1689 – 1755), el ilustre filósofo francés de la época del “esclarecimiento” profundizó los pensamientos de Locke en su teoría de la división o separación de los poderes, orientado y guiado por su fe en el razonamiento del ser humano (“L Esprit des Lois”, El Espíritu de las Leyes, 1748, con 22 ediciones en dos años).

Estas ideas revolucionarias llegaron a Latinoamérica a través de J.J. Rousseau (1712 – 1778), otro impulsor de la “ilustración” como se llama también este complejo movimiento intelectual, cuando el gran libertador de América, Simón Bolívar, tuvo por maestro a Simón Rodríguez, un auténtico discípulo de Rousseau.

La mencionada separación de los tres poderes es el principio básico de la Constitución Política de un estado democrático, el cual protege al individuo contra el Estado cuando éste se convierte en absolutista y abusivo.

Así, el Estado tiene tres tareas y éstas son: la legislación, la ejecución y la jurisdicción, las cuales están a cargo de tres organismos independientes uno del otro, que son: el parlamento, el gobierno y las cortes de justicia.

La democrácia representa no solamente una forma de organización de la comunidad estatal, sino también una manera de convivencia general.

Condición sine qua non es el derecho de las minorías a opinar sin perjuicios u obstáculos. Existen reglas democráticas del juego que no deben ser violadas bajo ningún concepto.

Las ideas democráticas están sujetas a la evolución, por ejemplo en el afán de las masas por la superación social y codeterminación política.

Gracias al derecho de la libertad de prensa y opinión, garantizado en la Constitución Política del Estado, como la máxima orientación, se ha establecido un poder adicional: el Cuarto Poder, en forma de prensa libre y medios de comunicación masiva.

Ellos controlan con un criterio de alerta el cumplimiento de las reglas democráticas y descubren los atropellos sin temor y con un gran valor cívico, para advertir a la opinión pública sobre hechos ilícitos que van en desmedro de la sociedad. Para que el público, o sea los ciudadanos, reaccionen, en muchos casos se necesita concientizar a la opinión pública de la gravedad de los atropellos contra los principios más nobles y fundamentales de la democracia.

Instituciones como universidades, colegios, asosiaciones y otros entes públicos están en países democráticos generalmente organizados bajo el mismo principio de la separación de poderes.

Lamentablemente, se abre la brecha entre la teoría y la práctica: estamos acostumbrados a que, por ejemplo, el Poder Ejecutivo confraterniza estrechamente con el órgano de control, debido al “espíritu de corps”, al espíritu de grupo, cuando los lazos del establishment son más fuertes que la obligación para el cargo público, o sea, cumplimiento con una función democrática del control.

Si esto ocurre, la idea democrática sufre un abuso, pues los abusivos la utilizan como pantalla justificativa para desarrollar sus actividades ilícitas. La existencia de organismos democráticos, pero así desnaturalizados, se convierten en una estructura que favorece más bien al desenvolvimiento de la fuerza egoísta del establishment: en nombre y bajo la protección de la democracia, se impone el poder sin control.

Los ejemplos para el exitoso desempeño de su rol de vigilancia del Cuarto Poder son bien conocidos (Watergate, Irangate, etc.). Gracias al coraje de los representantes del Cuarto Poder se ha podido descubrir grandes engaños, con la posibilidad de rehabilitar el orden democrático.

La existencia del Cuarto Poder es ineludible, su deber y rol de cumplimiento también, para evitar que los poderosos asuman más poder del que los gobernadores les han concedido.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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