Bolivia XXI – país socialmente solidario (Reflexiones sobre la solidaridad)

Bolivia XXI – país socialmente solidario (Reflexiones sobre la solidaridad)

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 25.03.1998

El título de este ensayo está tomado del D.S. 24.916, que es el Plan General de Desarrollo Económico y Social para la gestión 1997 – 2002, que prioriza la lucha contra la pobreza.

En este plan se asigna al Estado “un rol regulador, facilitador y promotor en lo económico y de redistribución en lo social” para lograr una economía social de mercado.

Para que el Estado cumpla este rol, debe asignar sus siempre escasos recursos financieros conforme a este noble propósito, caso contrario se trata de una declamación de buenas intenciones; en la consecuente asignación se determina la seriedad del plan. La solidaridad se manifiesta en la responsabilidad social que demuestra el Estado.

¿Significa aquel compromiso que el Estado sigue con un asistencialismo acostumbrado al estilo del “Tata-Estado”?

En la teoría del modelo de la economía social de mercado se reconoce que la mera acción del mercado por sí misma es concentradora en lo económico, pues abre la brecha entre los ricos y los pobres; en la utilización del espacio físico, pues se concentra en el “eje”, y en lo social, pues el acceso a salud, educación y vivienda la población con poder adquisitivo lo tiene. Estos resultados son denunciados como una nueva edición del liberalismo de Manchester del siglo XIX, que se basaba en el principio del “dejar hacer, dejar pasar”, y que, guardando la distancia, hoy en día es presente en el modelo económico de la globalización, que no es otra cosa que una competencia sin clemencia que tiene poca consideración por la responsabilidad social, y permite contar con ventajas comparativas de sus productos en los mercados globalizados, lo que se llama “dumping social”.

El componente “social” o la solidaridad, en cambio, obliga a crear oportunidades y garantizar el acceso equitativo a ellas.

¿Cómo se puede lograr tan noble propósito?

Como principio, es preciso enfatizar que no se trata de que el Estado solucione todos los problemas de la población, más bien que la gente esté responsable de dedicarse a solucionar sus problemas en primera instancia en forma individual, básicamente en la familia y, colectivamente, en forma de sus municipios, mancomunidades de municipios; y las tareas que sobrepasan la capacidad de aquellos, se resuelven por el Estado en sus niveles departamentales y, por fin y ende, central.

Queda establecido que cada ciudadano debe luchar contra la pobreza, con sus esfuerzos, su desempeño, su voluntad de superarse! No puede esperar que el Estado le resuelva todos sus problemas, y si no lo hace, hay que presionar, pues sólo gritando se mama.

No hay derechos sin asumir responsabilidades. Un ejemplo: La LPP obliga al vecino a “coadyuvar al mantenimiento, resguardo y protección de los bienes públicos, municipales y comunitarios” (Art. 8, inc. c, LPP). Parece que por muchas razones poco o nada escuchamos al jalón de la oreja o la crítica de las autoridades, cuando los vecinos piden, exigen o chantajean, pero no coadyuvan.

Pero, hay más obligaciones que complementan los derechos:

· El universo de todos los contribuyentes debe pagar impuestos, para que el Estado pueda atender las demandas, sobre todo sociales.

· Se debe pagar catástro urbano y rural, para que el Gobierno Municipal pueda hacer las obras exigidas, sobre todo sociales (reiteración intencional!)

· El apoyo del Estado debe ser sostenible, o sea, debe desencadenar procesos favorables para superar la pobreza, en otras palabras: dar la caña y enseñar como se pesca, pero no eternamente regalar pescado. Un subsidio del Estado debe fortalecer nuevas iniciativas productivas y no conservar estructuras inviables.

· La cooperación solidaria del Estado debe ayudar a quien hace grandes esfuerzos de solucionar sus problemas con fuerza propia, pero insuficientemente; es inoportuno entregar la ayuda a título de regalo.

· Los recursos deben ser invertidos según una priorización objetiva y no como resultado de presiones callejeras.

El principio de la solidaridad, bien interpretado, es una obligación de los fuertes con los débiles, pero no con los flojos o aprovechadores. Muchos países enfrentan fenómenos de abusos escandalosos con la solidaridad.

El principio de la solidaridad no es sinónimo con el asistencialismo, no es la misma cholita con otra pollera. En muy famosos discursos, Winston Churchill de Inglaterra y John F. Kennedy de EE.UU., ofrecieron sudor y sangre a sus pueblos como precio de triunfar; eran grandes hombres de Estado.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

Editor: Willi Noack | Administración Técnica: Jose Carlos Choque Y. | Creatica Ltda.