Desarrollo de doble filo

Desarrollo de doble filo

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 14 y 15.05.98

En una autopista, con dos carriles en cada dirección, maneja un hombre con su esposa al lado, cuando en el radio escuchan de pronto la voz alarmando del locutor: “Atención, atención, en el tramo tal de la autopista se encuentra un coche en contraflecha!” El hombre mira su mujer y dice: “¿Un coche? ¡Muchos, muchos!” Un viejo chiste.

Cuando todos manejan en una sola dirección, que es el “main stream” (jerga moderna, en castellano: corriente de opinión), representa un alto riesgo manejar en contraflecha.

Sin embargo, no todo lo que está de moda, en auge, lo que aparentemente no tiene alternativa, es bueno de cajón, ni para el mundo y peor en el caso nuestro.

En estos tiempos se producen cambios que son más trascendentales que los cambios de los últimos 500 años; y como se trata de cambios que casi no son cuestionados, más bien acatados con mucho accionismo apresurado, pocos se preguntan si son deseables y factibles. Ultimamente hay mas voces que dudan que el rumbo y la velocidad de estos cambios llevan a un futuro mejor; el crash de los tigres asiáticos obliga a reflexionar.

La pregunta clave es si los intereses económicos muy poderosos pueden ser controlados políticamente, sabiendo que el Estado no tiende a disponer de fuerza suficiente para una fiscalización eficiente, peor en países con una marcada corrupción, frente a superpotencias económicas.

Para ilustrar esta preocupación sirven los siguientes ejemplos:

El “trend” (jerga; la tendencia, la corriente) es la globalización. ¿De qué se trata? Es una manía de adorar la libre competencia, sin medir consecuencias sociales, o sea, se trata de una competencia sin clemencia, que tiene, al parecer, la fuerza derrumbadora de una ideología arrolladora que es buena para los buenos, diría: condición imprescindible de triunfar para los ya buenos, pues ellos necesitan mercados cada vez mas grandes para colocar sus productos que tienen costos unitarios muy bajos gracias al alto grado de automatización. Pregúntese Uds.: ¿Cuánto será el costo unitario de producción de un reloj bastante fino, que está en venta en la calle en “pichangas” y todavía los comerciantes han ganado sus tajadas?

La libre competencia es “condicio sine qua non” para los buenos que, ellos sí, disponen de los factores productivos modernos, que son conocimiento, información, comunicación, capital, poder. Ellos actúan con egoísmo, predicando el libre mercado internacional para sus productos y protegen con increíbles subvenciones , como en el caso de Europa, por ejemplo, el sector agropecuario alemán, siguen despilfarrando energía (dicen que los 20% más ricos de la población de la tierra consumen el 80% del total de energía!), produciendo CO2 que nuestros pulmones deben purificar.

Para poder competir, o sea producir con costos unitarios tan bajos como los más exitosos, hay que entrar en el baile y bajar costos como sea. Vemos que por esta lógica, que el modelo económico del neoliberalismo (que es bastante parecido al liberalismo de Manchester del año 1848, cuando Carlos Marx criticó acertadamente la inhumanidad de aquel sistema), vemos que esta réplica de un capitalismo salvaje gana al modelo de la economía social de mercado que reconoce que los resultados de un capitalismo desenfrenado son altamente negativos por sus tendencias concentradoras en todas las dimensiones, principalmente de ingresos y poder, cuando la economía social de mercado incluye una responsabilidad social que comúnmente llamamos la solidaridad.

La ideología del salvajismo desenfrenado, en nuestro entorno, tiene muchos profetas y son los que hablan de las siete maravillas de este modelo, pues son remunerados por aquellos que se beneficien de la libertad del mismo – ¿O se trata de libertinaje económico? No acuso por actuar de mala fe, pero por beneficio personal igual se prestan a elogiar las bondades del sistema. De esta manera nos convencen además de que debemos salvar el planeta y debemos proteger y conservar, teniendo tan pocas posibilidades de incrementar el ingreso en los hogares. La soya tiene ventajas comparativas – competitivas y es uno de los productos no-tradicionales de gran éxito en los mercados internacionales. Esta soya se cultiva en las tierras bajas de alta fertilidad y cada año se están preparando más extensiones para los cultivos, por supuesto desmontando, pero con las estadísticas en la mano, los “conservadores” gritan que se reducen los pulmones. Recuerdo que, según la prensa, en la conferencia de Río 92, el entonces Presidente del país de mayor consumo energético per capita, se negó categóricamente firmar convenios que atentan contra los intereses económicos de este gran país.

Debemos, ¡quién lo va a negar! conservar y preservar y, por lo tanto, prohibir el “cuartoneo” de mara y cedro – ¿Pero, de qué vive la gente? Debemos erradicar la coca excedente, – es un deber, nadie lo cuestiona, pero, ¿de qué vive la gente??

Bolivia precisa una “corporate identity” (jerga; en castellano: identidad corporativa) que se refleja en una imagen positiva que tienen los otros de nosotros, caso contrario no recibimos ayuda y Dn Tuto no puede negociar exitosamente en París. En otras palabras, debemos gozar con el aprecio, como “niños buenos”, de los que pueden, si quieren, ayudarnos. Un Past-Presidente del Brasil habló, muy imprudentamente de un eco-imperialismo, y un Post-Gobernador del Estado brasileño Amazonas lamentó que la muerte de un caimán negro recibe más cobertura en la prensa internacional que la muerte de gente que come este caimán.

Nadar contra la corriente no conviene; volver con dinero de París es un gran éxito, pero, ¿No sería mejor hacer grandes esfuerzos para intentar independizarse del asistencialismo internacional que siempre viene condicionado?

La Fundación Milenio, hace pocos días, opinó que Bolivia no está preparada para la globalización, se precisa cambiar la mentalidad. Los que sí están preparados, tienen la mentalidad de alto rendimiento, aplicación, disciplina y similares virtudes, que caracterizan a todos aquellos que viven para trabajar y para lograr desarrollo que se mide en dólares o progreso que se compra con los dólares. ¿Y la cultura de pueblos que trabajan para vivir? Hace poco, leí un comentario que memorizó con nostalgia y tristeza que los buenos tiempos viejos de Santa Cruz se han ido. El desarrollo tiene su justificación en hacer más feliz a la mayor parte posible de la población. No se estila medir esta felicidad, por ejemplo, en términos de “horas de risas por día”, o “cantidad de charlas agradables sin apuro, con buenos amigos por día”, o simplemente “horas de hamaca para disfrutar por día”. La cultura del ocio también es un valor cultural y los parámetros metálicos no son indicadores confiables de la felicidad; recomiendo leer el libro “Subdesarrollo y Felicidad” de William Bluske Castellanos.

Es cierto, para ser miembros exitosos en el mundo capitalista globalizado tenemos que cambiar la mentalidad, sin embargo, se paga para este desarrollo y es, despedirse de los lindos tiempos viejos, llenos de solidaridad.

¿Queremos adoptar todo que actualmente está de moda en el mercado internacional de ideologías económico-sociales, pese a dudas que algunos nonconformistas articulan?

Los venideros diálogos, el Nacional II y los departamentales, deben servir para destabuizar la discusión, lo que exige mucha valentía de los portavoces de la sociedad civil y de las fuerzas vivas que tienen sus compromisos para con la solidaridad.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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