La otra cara de la globalización

La otra cara de la globalización

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 24.06.1998

Para entrar al tema, sirven algunos titulares de este periódico, en días pasados: Cae el yen japonés. Está en riesgo la economía globalizada. El yen vuelve a caer, las bolsas asiáticas tiemblan. Las economías emergentes soportan la crisis de Japón. Latinoamérica: Cae el flujo de capitales.

“Der Spiegel”, en su edición del 15.6.98, dedica un artículo a la debilidad del yen; analizando las consecuencias para Asia y la economía mundial, llegando a la conclusión que la crisis en Asia, al parecer, puede culminar en una segunda, más fuerte, erupción, estando seguro que lo peor no ha pasado todavía, y otro experto admite que “no tiene idea hasta dónde llegará eso”.

La interdependencia de las economías de un gran número de los casi 200 países del mundo hace que una enfermedad ya no se restrinja a un país momentáneamente con ciertos problemas coyunturales, como antes de la globalización. Hoy en día, por la interdependencia comercial y financiera, la enfermedad contagia, produciendo una epidemia casi incontrolable. Países que actualmente están en problemas son Nueva Zelanda, Australia, India, Pakistán, Africa del Sur, Rusia, Taiwán y China, pero el peligro más grande representa Japón, la segunda economía mundial más importante.

Las recientes intervenciones del Gobierno japonés, con dimensiones jamás vistas en la historia: $us 125 mil millones no han mostrado aún su efecto, y $us 20 mil millones para frenar la caída del yen no lograron este propósito.

¿Qué significa todo eso para nosotros, que vivimos en la misma aldea mundial? Los flujos de capital hacia Latinoamérica están cayendo drásticamente y la competencia internacional puede recurrir a políticas del corte “sálvese quien pueda”, con consecuencias nefastas, similares a un remolino que, por su impacto, involucro hasta los que están en la periferia del proceso.

Allí está el lado oscuro de la tan elogiada globalización: Por el hecho de que ya no existen barreras entre las economías, que sirvan de “cerco” y permitan adoptar políticas nacionales, todos andan en el mismo “trufi”, y un fuerte resfrío de un pasajero puede causar una pulmonía los menos fuertes. Un ejemplo: cuando China entra con fuerza en el mercado internacional para vender su algodón, nuestras ventas se ven gravemente afectadas.

Otro ejemplo de cómo, por la interdependencia mundial, hasta nuestro pequeño país puede sufrir las graves con secuencias la crisis en el Japón es el siguiente: Varios miles de bolivianos trabajan actualmente en ese país, manteniendo con sus ahorros a sus familias en Bolivia. El monto de esas transferencias alcanza anualmente a varios millones de dólares. Ya hay indicios que dichas transferencias podrían reducirse y hacer sentir dramáticamente la crisis japonesa entre muchas familias bolivianas.

Otro fenómeno que caracteriza hoy en día la expansión de la crisis es la rapidez con que se extiende, comparable a la del fuego que escapa de control en una pampa. Se trata de una nueva realidad y los factores “tiempo” y “espacio” determinan hoy en día la economía mundial convertida en un solo escenario. Japón está en la esquina del mojón.

La magnitud de problema en este escenario escapa de todo control pues no hay gobiernos nacionales o instituciones internacionales que dispongan de tantos recursos para apagar incendios que se producen al mismo tiempo en muchos frentes. Si bien se logró manejar la crisis Tequila en México, país emergente, parece ser mucho más difícil, quizá imposible, controlar la dinámica de la crisis asiática, porque los flujos de capitales bienes, servicios, informaciones y conocimientos liberalizados, ya no obedecen a normas de países nacionales.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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