FILANTROPIA

FILANTROPIA

Autor: Willi Noack

Publicado: EL NUEVO DIA 15/07/98

En la gran mayoría de los países, y también en Bolivia, se está llevando a cabo una batalla gigantesca, y es la del “capitalismo salvaje” contra el “capitalismo responsable”, léase: la economía social de mercado. Las medidas claves para triunfar en esta batalla son rendimiento y competitividad, pero con equidad de oportunidades y, por supuesto, sostenibilidad. El Estado descentralizado delega sus principales funciones a los municipios y a los departamentos según la lógica de la subsidiaridad, y la región será un casi-Estado, manejado como casi empresa. Así es o será la organización estatal en países ganadores.

El Estado boliviano considera sus funciones como “regulador, facilitador y promotor en lo económico y de redistribución en lo social”, según el PGDES, D.S. 24.916, pág. 8. La redistribución en lo social se interpreta idealmente como “ayuda a la auto-ayuda”, no como paternalismo-asistencialismo: capacitar para pescar en vez de regalar eternamente pescados. Si el Estado deja de ser el Tata-Estado y si no queremos el darwinismo social, donde solo el más fuerte se impone, y si la sociedad pretende consolidar su convivencia democrática pacífica, es ineludible fomentar una cultura de filantropía. Según el Larousse, eso significa “amar al género humano”, y allí encontramos la otra palabra clave que es el altruismo, que se define como “actitud basada en la consideración del bienestar de los demás”; la Constitución de los EE.UU. habla de felicidad (“pursuit of happyness”) en vez de bienestar.

Filantropía y altruismo. ¿Un tema romántico para soñadores? Hace poco, la revista brasileña Examen tituló un gran reportaje “¿Fazer o BEM compensa? SIM!”.

La cultura filantrópica está muy desarrollada en otros países, y por los efectos que tiene, nos deben interesar las soluciones que otros países emplean para resolver sus problemas, muy semejantes a los nuestros por sus causas de fondo. Pretender que prevalezca una mentalidad noble y altruista sería exagerado en una sociedad que se rige bajo la búsqueda del beneficio personal/grupal y su ostentación; bajo el enfoque cortoplacista, evaluando el beneficio directo del costo/beneficio.

En la lucha por la competitividad no podemos descuidar la solidaridad, caso contrario, corremos el riesgo de ser inviables, pues los extremos entre los beneficiados y los marginados se distancian a tal grado que la continuidad del sistema peligra. Sin solidaridad no hay sostenibilidad. Faltan informaciones fidedignas sobre el particular: no basta saber que el promedio del PIB anual per cápita sea de tanto, lo que falta es información sobre la distribución de la riqueza; las estadísticas ocultan demasiado, pues, estadísticamente, Bill Gates y su chofer, serían multimilionarios si sumamos sus fortunas y las dividimos entre dos. Coinciden los comentaristas que el actual modelo del libre mercado tiende a concentrar la riqueza y atenta contra la solidaridad. La sociedad debe preocuparse por esta brecha entre ricos y pobres que se abre y profundiza, pues es dinamita social, y con una chispa puede explotar.

Una cultura de filantropía puede coadyuvar a reducir esta amenaza. Para evitar ser mal entendido: la actitud basada en la consideración de los demás, o el amor por el género humano, no son lo mismo que asistencialismo. La ayuda, por lo tanto, es condicionada, es ayuda para la autoayuda.

¿Por qué empresas norteamericanas invierten en promedio el 1% de sus ganancias brutas en financiar actividades sociales? ¡Porque compensa! Un paréntesis: si consideran que compensa, ¿acaso no significa que es una consideración entre costo y beneficio, léase: no motivado por el amor al género humano, por lo tanto no filantrópico? En última instancia, ¿existe altruismo siquiera, o el hombre hace todo con miras a una recompensa?

¿Qué, en concreto, hace falta para lograr concientizar que una sociedad sin solidaridad es inviable? Ejemplos: contribuir para que el Estado tenga recursos financieros para financiar obras en lo social; crear mecanismos tributarios que permitan deducir de las ganancias brutas las donaciones a reconocidas organizaciones filantrópicas; resistir al asistencialismo tradicional que eternaliza la pobreza y cultiva la dependencia; (“El que no llora, no mama”, resume este concepto negativo); concientizar a las empresas que una imagen positiva justifica inversión en ella; concientizar que una empresa socialmente apreciada y reconocida tiene retorno economico por su acción social de ayuda, y organizar profesionalmente el trabajo filantrópico, suponiendo que hay personas dispuestas sin saber cómo ayudar: no aprovechar la oferta de voluntarios, significa un gran desperdicio.

Si hoy en día, en nuestro medio todavía no está satisfactoriamente vigente esta cultura filantrópica, no deja de ser un gran desafío para una sociedad moderna con auto-determinación, pues el paternalismo-asistencialismo, generando dependencia del benefactor ya no encaja. Por la celeridad con la cual la aldea global está cambiándose, se trata de un tema de alta importancia para el “orden del día” y un reto para líderes protagonistas del cambio de mentalidad.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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