La resistencia a los cambios

La resistencia a los cambios

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 19.09.1998

En días pasados, el dirigente sindical y profesional, Nicolás Ribera, fue “expulsado” de la COD.

Cuando se producen muchos cambios en el entorno socio-económico-político del país y del mundo se ven (casi) todas las instituciones acertadamente obligadas a repensar su existencia y su rol, menos algunos dinosaurios. Algunos ejemplos ilustran estos cambios:

Los partidos políticos, hasta hoy extremamente verticales y con toma de decisión antidemocrática; el Estado, sobre todo su poder ejecutivo, promueve la descentralización si bien con resistencia (ver Proyecto de la Ley Orgánica de Gobiernos Municipales); el sector privado, que acepta el diálogo con el Estado y el movimiento sindical; la institución castrense, que retomó el cauce democrático, se está alistando para aportar al desarrollo económico y social, la iglesia abre los archivos de la Inquisición y promueve la justicia social.

La resistencia a los cambios existe en diferentes formas y grados. Cuán democráticas sean las modalidades de la toma de decisión, mejores serán los resultados. En organizaciones totalitarias, las mal llamadas “elecciones” resultan siempre con un 99,5% de los votos a favor del “candidato”, conociéndose resultados con anticipación, pues estas “elecciones” no son otra cosa que una farsa. En países democráticos, los partidos se sienten felices con la simple mayoría, lo que rara veces logran. La decisión de un directorio, tribunal y electorado que se pronuncia “unánimemente”, despierta cuando menos duda en su compromiso democrático.

La fuerza renovadora, frecuentemente, es recompensada por el electorado, tal como ha demostrado la victoria del nuevo Partido Laborista de Inglaterra, o la tendencia favorable para el Partido Socialdemócrata de Alemania. La confederación de las uniones sindicales de Europa ha desarrollado visiones de adaptación del mundo laboral a los cambios macroentornales, que son un aporte muy importante al diálogo social. Todo lo expuesto no reconoce, al parecer, la cúpula del movimiento sindical local.

Nicolás Ribera pretende desencadenar un diálogo social entre todos los actores. Busca animar una Perestroika sindical con defensa de los legítimos intereses sociales del trabajador, convencido que el diálogo democrático trisectorial (Estado, empresario, y trabajadores) es una alternativa para buscar soluciones a los conflictos obrero-patronales.

Desde 1982, cuando Bolivia volvió a la democracia, hasta la fecha, el movimiento sindical no ha presentado una alternativa factible, visionaria, capaz de conseguir una mayoría. Se satisface con una política de negación, de boicoteo, de obstrucción, víctima del fundamentalismo ideológico inviable. Hoy, tal como hace 150 años en el primer auge del capitalismo, la sociedad corre serios peligros por el ataque del capitalismo salvaje que atenta contra la solidaridad. Por no ofrecer alternativas, el movimiento sindical se halla excluido para influencia en la política nacional.

Ribera, en su propuesta de cambios, encuentra la oposición de conservadores ortodoxos sin voluntad, quizás sin capacidad de analizar objetivamente la nueva realidad que vive la sociedad boliviana, tiene el coraje civil de lanzar el intento de presentar una nueva concepción del movimiento sindical para el próximo milenio, con alternativas viables; para eso consultó a técnicos en la materia, uno de ellos el autor de este artículo, el cual se sentiría honrado de tener la oportunidad de analizar con los sindicalistas el tema en cuestión. Reiterándolo: proponer ideas nuevas, es una audacia peligrosa.

Frecuentemente observamos como método habitual de los adversarios del cambio, la difamación personal del reformador, en vez de analizar civilizadamente el contenido de la propuesta presentada. Si Ribera logra con su visión estratégica desencadenar una ardua discusión en el movimiento sindical y la sociedad civil, merece el respecto de los trabajadores y de toda la sociedad, pues la paralización del país por causa de una posición inflexible de negación de la cúpula sindical perjudica de manera peligros el proceso democrático. Sin embargo, existe la esperanza de que no prospere la prohibición del pensamiento y la libre expresión al interior del movimiento sindical, pues las bases están cada vez más conscientes que la reforma es imprescindible; caso contrario, perdería el sindicalismo una gran oportunidad de perfilarse como una fuerza viva moderna, constructiva, democrática, con peso en el diálogo social para triunfar.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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