Asumir la historia

Asumir la historia

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 11.11.98

Entre los principios de hierro se constituyen la democracia, el Estado de derecho y la justicia social. Son misión y meta final, a la vez que un gran desafío. En la historia de casi todos los pueblos del mundo existen épocas muy contrarias a estos principios y, en la actualidad, se cometen terribles crímenes contra la humanidad en dimensiones horrendas, afectando a millones de personas inocentes de la población civil. Los crímenes del III. Reich juzgaron en Nürnberg; existe el Derecho de Gentes; existe la corte internacional; sin mucho éxito, se está buscando a los criminales en pleno ejercicio de su régimen de terror, quienes con cinismo, delante de los ojos de CNN y, por lo tanto, del mundo, cometen genocidio (¡Africa!), pero que no se paran pese a la documentación objetiva; Africa queda lejos. De vez en cuando hay espectulares juicios contra criminales del pasado, pero no contra los actuales, contra los “Hitlers” de hoy; de esta manera, la justicia es retroactiva en vez de preventiva y, además, bastante selectiva. Del árbol caído hacen leña.

Es de temer que la búsqueda de justicia tiene motivos ajenos al deber imperioso de hacer prevalecer la justicia imparcialmente. La justicia con sus ojos tapados es más que todo un objetivo, que una realidad.

Entre los motivos figuran muchos, tales como venganza personal, aprovechamientos diversos, entre ellos materiales, políticos, poder. “Der Spiegel”, No. 44/98, incluye la sospecha de que el juez Garzón podría buscar publicidad, pues el juez Garzón es el hombre de lejos más conocido de la jurisprudencia en España, quien actúa frecuente y contentamente en la TV …

La búsqueda se intensifica según el Lobby que tiene, según los interesados y su poder económico. También influyen ciertos intereses de ciertos involucrados en la intensidad de encontrar la justicia absoluta. Al parecer no existe imparcialidad en hacer justicia, pero tampoco es fácil, por no poder o no querer, reconstruir las circunstancias históricas en la determinación de la culpa, por lo tanto hay un trato con la historia. Los diferentes países en diferentes épocas han desarrollado diferentes formas de trato con su historia negra, entre ellas la tabuización (sacar páginas del libro), el olvido, la falsificación o un show aislado para el público (potenciado por los medios), un borrón, pago de indemnización negociada, intento de exculpación colectiva hasta negación imposible de culpa, etc., etc., etc. En la realidad hay soluciones nacionales muy sui géneris del espinoso trato con el pasado negro, las cuales tienen todos en común de encontrar alguna manera que permite una convivencia futura pacífica, democrática, de goce de derechos fundamentales y con justicia social, hoy y en el futuro, pues están conscientes de no poder vivir de otra manera, lo que no satisface en nada desde el punto de vista legal, pero es un imperativo de la realidad cotidiana. No se trata de un perdón, no se trata de una condonación, más bien resulta de la imperante necesidad de “fingir” un nuevo consenso, tácitamente reconociendo con frustración e impotencia que es ineludible permitir un nuevo arranque. Sólo un año después de la finalización de la terrible segunda guerra mundial, Churchill buscó a reincorporar a Alemania en la nueva futura Europa.

El trato con la historia negra debe incluir una historización científica y documentación objetiva sobre los hechos (informe de 3.500 páginas de la Comisión para la Verdad, de Africa del Sur), sin tabúes, sin mentiras, con los contextos circunstanciales históricos, sin los cuales no son factibles los momentos siniestros (ej.: guerra fría, odio al comunismo, apoyo de la CIA, apoyo de Hitler en guerras civiles, permisividad / pasividad de intelectuales y prensa, etc.). Hay que aplicar sanciones y castigar culpables (Nürnberg), pero hay que permitir que a partir de un nuevo comienzo se construya una sociedad mejor que nunca más permita circunstancias similares que emboquen en crímenes contra la humanidad. Es más, deben hacerse esfuerzos imaginables para combatir tales crímenes en la actualidad (Africa, Bálcano) y prevenir que no vuelvan a ocurrir en el futuro. El distinto trato de los diferentes países con sus historias sangrientas es pragmático, pues la justicia absoluta es una ficción y la tragedia griega clásica es asunto de teatro. Para aclarar bien, los que abogan un pragmatismo, son a la vez conscientes que con este argumento pueden prostituir principios sagrados, pero la sociedad es defectuosa. El trato con la historia negra es un dilema.

La época siniestra de mi país natal es un ejemplo para demostrar cuán frustrante es lograr el manejo con el pasado, pues la suerte de haberse salvado significaba luchar por la sobreviviencia, por lo más básico, por comida, ropa, techo y, llegando a treguas con adversarios, con el resultado de que 50 años después persiste la injusticia, la culpa, los crímenes, pero pasaron a la historia como los crímenes en nombre de los principios nobles que fueron cometidos por Robespierre y Danton.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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