Reflexiones, leyendo el PGDES

Reflexiones, leyendo el PGDES

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 02.12.1998

Analizando el Plan General de Desarrollo Económico y Social 1997-2002, PGDES, editado por el Ministerio de Desarrollo Social y Planificación, bajo la responsabilidad de Adalberto Kuajara, segunda edición con fecha de septiembre de 1998, y tomando en cuenta noticias sobre el Plan Operativo de Acción 1997 – 2002, parece ser conveniente hacer algunos comentarios:

· Resumiendo el PGDES, el mismo ofrece muy buenos propósitos (dicen que es uno de los mejores en el subcontinente), que corresponde a la lógica de la economía social de mercado y se enmarca en la tradición del Plan de Todos de Goni. ¡Bien que sea así!, porque eso significa continuidad desde 1985. En este artículo es imposible hacer referencia a todos los puntos, hay que escoger algunos.

· La comunidad internacional aprueba la política económica del Gobierno. No siempre, y tampoco de manera garantizada, este visto bueno significa que las políticas también y sobre todo responden al interés nacional, pero obtener este visto bueno es indispensable para contar con el apoyo decidido de la comunidad internacional, pues existe nomás esta dependencia condicionante. Felizmente, en el caso concreto, hay una congruencia notable entre los objetivos macro bien vistos internacionalmente y los objetivos de interés nacional, o sea, vamos por buen camino. Además, por la importancia que se le confiere a la confianza de todos los actores en su futuro mejor, es preciso subrayar esta alentadora situación.

· Cuando estalló la crisis asiática y rusa, algunos comentaristas se apresuraron en pintar el panorama nacional con colores exageradamente negros. Es cierto que hubo y hay amenazas, entre ellas el interrogante de si Brasil, el coloso vecino, logrará consolidar su economía para que desaparezca el fantasma de la devaluación del Real, lo que parece factible gracias a la ayuda internacional, pero dependiendo de sacrificios dolorosos que causarán protestas de los afectados. Es muy negativo y censurable cuando el sensacionalismo infla malas noticias pues crea un clima de miedo e incertidumbre que tiende a paralizar la actividad económica. Por el momento, hay motivo para tener un prudente optimismo. Bolivia es un país atractivo para las inversiones.

· Para que se logren los objetivos identificados en el PGDES, es preciso realizar con celeridad, cambios estructurales que encuentran varios graves obstáculos, tales como una ciega oposición adoctrinada; una preferencia por el asistencialismo del Estado; la crisis de la representatividad política democrática; fenómenos de una exagerada concentración, tanto geográfica como social, del progreso, para nombrar sólo algunos importantes. ¿Habrá fuerza colectiva y voluntad política suficiente para superar estos obstáculos?

· La “Lucha contra la pobreza” o la construcción de un “país solidario” peca desde el inicio de su proclamación, de una definición e interpretación operativa, omisión que permite la existencia de expectativas poco o nada compatibles según el sector social: para unos es la mera redistribución de riqueza y de ingresos (sacarle a los ricos para darle a los pobres); para otros es la suspensión de la competencia que reduce el lucro; para muchos significa “obras” de desarrollo social (escuelitas, postas sanitarias), cuando la fórmula del desarrollo humano consiste en producir, o sea, trabajar más y mejor, e ineludiblemente garantizar la repartición de una torta más grande en forma “justa”. ¿Qué es justo?. Justo es postular la erradicación de discriminaciones y exclusiones (pág. 77 del PGDES) para garantizar el acceso equitativo a las oportunidades para una vida mejor, o para lograr la felicidad.

· Con toda razón, el PGDES propone la promoción económica y el apoyo a la producción, mediante, entre otros ítems, proporcionar infraestructura productiva, tales como caminos, silos, centros de acopio, energía, riego, cadenas de frío, la democratización del crédito y el fomento de la microempresa. Pero, estos loyables propósitos en la vida real no son acompañados por una desburocratización, que el PGDES propone acertadamente, sabiendo que trabas burocráticas originan la corrupción. Quien últimamente realizó trámites de cualquier índole, sabe que la burocracia en general (¡existen excepciones raras!) es humillante, excesiva, costosa, desagradable. ¡Cuán lejos estamos todavía del ideal de la burocracia convertida en una empresa de servicios eficiente y eficaz para el ciudadano! Es absolutamente necesario crear la carrera del servidor público; quizás depende de esta medida la marcha exitosa del país. El PGDES aboga la institucionalización de la Carrera Administrativa. ¡Aplauso!, pues ya no es tolerable la falta de continuidad, y el despido de funcionarios capacitados, cada vez que cambia el partido de turno.

· Bolivia precisa de una vez por todas, definir las competencias entre los tres niveles del Estado, y la fórmula pragmática exitosa es la subsidiariedad “que establece que ningún órgano de nivel superior podrá asumir atribuciones que puedan ser llevadas a cabo por los órganos de menor jerarquía” (PGDES, pág. 106). ¡Aplauso! Pero, ¿será que el incrustrado verticalismo altoperuano (muchas funciones innecesariamente asignadas al Gobierno nacional) permitirá este cambio, que significa fortalecer los 312 municipios, ampliar aún más sus funciones (quitándoselas al Prefecto y al Presidente), para cuyo financiamiento reciben los recursos necesarios? La ventaja sería que, con el tiempo, la inversión pública sea más productiva y mejor fiscalizada o controlada (ver lucha contra la corrupción), y que las observadas tendencias concentradoras disminuyan. El PGDES aspira bastante tendencias centralistas?.

· El PGDES, pág. 13, habla del “autogobierno sostenible de las regiones”, pero sigue, pág. 29: “con la afirmación que la democratización del sistema político se concretiza en los poderes locales (y no departamentales, WN), que serán la base de una auténtica democratización de la naturaleza del Estado”. En la pág. 41 se habla de una “reorientación de recursos de la coparticipación tributaria”, pero no incrementarlos del actual 20% a, por ejemplo, 40%. Es una sorpresa que los 312 municipios no luchen decididamente para adecuar su coparticipación a su rol.

· La representación política está en crisis. El desempeño de muchos padres de la patria, consejeros y concejales, no satisface las expectativas. La selección de candidatos debe ser mucho más exigente; el bajo nivel de calificación no puede ser tolerado por haberse ganado méritos como militante, distribuyendo panfletos o pintando muros con lemas partidarios. ¿Qué excelencia en la toma de decisión podemos exigir cuando los representantes no son aptos para asumir trascendentales responsabilidades? A diario somos testigos de un espectáculo vergonzoso y, además. aumentan voces que lamentan el bajo nivel intelectual del parlamento. Bolivia merece una mejor calidad de sus representantes, la politiquería populacha causa el repudio y disgusto de mucha gente que censura un circo engañador, el cual explota los sentimientos de las masas. El PGDES reconoce la necesidad de democratizar el sistema político (pág. 122), cuyos déficits fueron revelados por el Comité Pro Santa Cruz mediante la consulta cívica (mayo 1997).

· En cuanto a la sostenibilidad del desarrollo, reconocido imperativo, el PGDES dice que (pág. 65): “supera el marco estrictamente “conservacionista”, la moda después de Río 92, para adecuarlo a la realidad nacional, en el sentido de “pero conservando” (Fundación Milenio, 1993), absteniéndose de ser más papista que el papa, y tomando en cuenta la factibilidad.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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