Un concepto equivocado

Un concepto equivocado

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 06.03.99

“El Municipio de Porongo no hace nada”, El Nuevo Día, 28.2.99, sobre toneladas de latas y plásticos que dejan visitantes en Espejillos.

“Convierten al Piraí en un gran basurero”, El Nuevo Día, 3.3.99.

“Nadie se preocupa”, cuando Santa Cruz La Vieja se muere.

Con estas tres afirmaciones se revela un concepto errado y causante de muchas situaciones similares: alguien tiene que hacer algo, por la duda el Estado, menos yo. Cuando las soluciones, por el noble concepto de vivir en democracia y contando con leyes que garanticen la participación ciudadana, son otras: durante una fiesta en la naturaleza, meta Ud. la basura en una bolsa, como basurero improvisado, y llévala a su casa para que sea recogida por los servicios correspondientes. Eso es una cuestión de respeto que se debe al prójimo, con quien compartimos la naturaleza. Para los incrédulos: en muchos países, la gran mayoría de la gente, para no decir, todos, obedece voluntariamente a este código y, por si acaso, hay sanción social, crítica abierta, hasta sanción policial de las infracciones. Dejemos por un lado casos de exagerado fanatismo por parte de autoridades que aplican multas muy drásticas por botar un pucho o un chicle en una calle pública.

Ni en los países muy ricos existen basureros en cada rincón de la naturaleza, pero sí, existe conciencia de que la belleza precisa ser protegida por cada persona que la disfruta. Es como dice algún aviso en un baño: deje el lugar tan limpio como Ud. lo encontró al entrar.

En el mismo espíritu debe existir la corresponsabilidad de todos los usuarios de sitios o instalaciones públicas de cuidar y mantenerlos; por ley es obligación.

Conservar sitios históricos, en el caso ejemplificador de Santa Cruz La Vieja, es responsabilidad de la gente que vive en este lugar, de hacer esfuerzos para proteger algún atractivo turístico, poniendo el Gobierno Municipal algún dinero y alguna organización cívica con voluntarios pone la mano de obra, y con los medios de comunicación se reconoce el esfuerzo de estos vecinos, para dar un ejemplo.

¡Vivir en democracia no se debe interpretar como de tener la libertad de hacer nada! Más bien es la obligación de asumir responsabilidades y no solamente obedecer a órdenes y leyes para evitar sanciones.

Sería una triste conclusión que, sólo cuando hay un cacique con mano dura, se mueve la gente. El grito de asistencialismo al Estado se debe complementar con la iniciativa del ciudadano. En tiempos pasados, en muchos pueblos, era costumbre limpiar la parte de la calle delante de la casa, y como era norma para todos, en el pasado muchas pequeñas ciudades eran bellas. Hay que exigir al ciudadano pagar impuestos para invertir en obras y no, como era el caso, reclamar mejoras sin haber cumplido con el deber de contribuir.

El pueblo debe entender que la permisividad y las consecuencias conducen a la destrucción y deterioro acelerado de sus bases.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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