Teoría y práctica del control social

Teoría y práctica del control social

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 17.03.1999

Para aclararlo una vez más y para siempre: El fortalecimiento de las estructuras de la democracia representativa es una tarea primordial, es la meta final. Se basa en el principio de hierro de la división de los poderes del Estado, conformados por el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder jurisdiccional, sin olvidarse de la independencia del Banco Central.

A partir del año 1982, el país está en el permanente proceso de consolidarlo, pese a múltiples resistencias por parte de interesados que no quieren dejar de privilegiarse con ventajas, que sólo pueden aprovechar cuando esta mencionada división de poderes no funciona o funciona mal. En teoría, los poderes independientes ejercen un control cruzado y, por ser independientes, detectan y sancionan malversaciones y fraudes. La tentación de “ponerse de acuerdo” entre los poderes independientes del Estado es alta y esta tendencia no es un fenómeno sólo de la democracia joven, es un fenómeno universal, con la diferencia que en algunos países los infractores son severamente castigados, quitándoles los beneficios ilícitamente conseguidos, además, en diferente grado, son castigados por una sanción social, mientras en otros países no se aplican leyes correspondientes, por más que existen. Altos grados de corrupción probablemente son costumbres adquiridos, habiendo aprendido la lección que tales crímenes en desmedro de la res pública son altamente lucrativos, casi impunes, y, en muchos casos, tienden a aumentar el estatus social del nuevo rico. De allí surge una desconfianza generalizada en la “clase política”, que toma los muchos casos concretos para concluir que todos son corruptos, y que se complace con las evaluaciones que colocan al país en el banco de acusados por su alto índice de corrupción, pues confirman lo que todos sospechan. Y, lamentablemente, para no pecar de ser ingenuo, la vida cotidiana nos enseña que no se trata de casos aislados que comprueben una regla.

El remedio correcto, y el único, es el fortalecimiento de las instancias democráticas y no la creación de nuevas instancias paralelas, como nos demuestran las afirmaciones recientes, tales como “Los municipios tienen vía libre para la corrupción”, según el Viceministro de Participación Popular y una otra autoridad, que tienen el valor cívico de denunciarlo sin vueltas, pues, según ellos, “los mecanismos de control social en el municipio no funcionan”.

El ente fiscalizador, según la teoría, debería ser el Honorable Concejo Municipal, pero por la desconfianza, se había creado otro ente, que es el Comité de Vigilancia, conformado por OTBs, en gran mayoría constituidas por Juntas Vecinales que, según otro testimonio competente, también perdieron su solvencia moral para controlar por haber aceptado injerencias de partidos políticos. En tales situaciones nunca falta el “enérgico rechazo”, negando la existencia de corrupción por parte de las instancias fiscalizadores o controladores. ¿Quién no puede comprender que se generaliza la desconfianza del pueblo, sobre todo cuando por más que hayan ca-reos, no se aclara la situación?

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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