Defendamos la producción nacional

Defendamos la producción nacional

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 14.04.1999

Con este lema en una resolución, se pronunció el Comité pro Santa Cruz, a través de su directorio en pleno, para apoyar incondicionalmente al sector productivo, en una carta abierta de la institución al Primer Mandatario el 10 del presente mes,

Siempre nos manifestamos en estos carriles interpretando nuestra realidad desde el ángulo de la economía social de mercado, que es el orden económico menos defectuoso de todos los experimentados, y que tiende a generar el bienestar económico para más gente que cualquier otro orden, lo que significa más equidad en la participación de los frutos del trabajo realizado en conjunto.

El pivote de este orden es la competencia. En todas las partes del mundo donde rige la economía de mercado con diferentes grados de compromiso para con lo social, se registran atropellos por parte de agentes económicos que buscan debilitar o suspender la competencia incómoda. Hay ejemplos perversos de eliminar la competencia, perversos pues países que dicen defenderla en los mercados internacionales no tienen problema alguno en no acatarla cuando esta no les conviene; los ejemplos más citados son el proteccionismo y subvencionismo del sector agrícola en los EE.UU. y en la Unión Europea (UE). Todas estas prácticas van contra el interés público, pues en el agro europeo sólo el 2 o 3% de la población económicamente activa de los países miembros recibe subvenciones del orden de US$ 50.000 millones anualmente, con el resultado de una distorsión perversa de la división de trabajo en el mundo.

Y siempre, para conseguir tales privilegios, se utiliza hábilmente alguna crisis coyuntural, algún desastre natural, la “deslealtad” de competidores, el dumping, etc. Hábilmente, pues si bien existen tales justificativos, también existe el propósito de beneficiarse mediante ventajas con ganancias que no se consiguen cuando hay libre competencia. Por eso, cuando la crisis en el Brasil era todavía una amenaza, hubo exageración sobre sus eventuales consecuencias, para justificar una intervención en los mercados en contra de la libre competencia.

Hoy, lamentablemente, sabemos que la amenaza se convirtió en una crisis del país vecino con repercusiones sobre nuestra economía. Dos puntos, por lo menos, hay que enfatizar: primero, se trata de una crisis coyuntural, es decir de duración limitada, y, segundo, no solamente la crisis del Brasil y los fenómenos climáticos afectan nuestra competitividad. Hay graves déficits en la productividad, en el manejo, en el financiamiento de las empresas, que quitan competitividad y son estructurales, responsabilidad en gran medida del empresario, sea pequeño, mediano o grande. El orden de la economía social de mercado es cruel: él que no produce eficientemente entra en quiebra. ¿Hace falta recordar que empresas estatales produjeron a costos 3, 4 o más veces del valor de los productos en el mercado internacional?

Y ahora: defendamos la producción nacional. ¿Acaso este respaldo a la producción no significa una franca contradicción a anteriores alegatos? No. Hoy no se trata de ser más papista que el Papa, sino realista, cauteloso y responsable, pues no se habla sólo de un 2% de la PEA sino, según estimaciones de expertos, de unas 800.000 personas que corren riesgo de perder su sostén existencial. Debemos concienciarnos que, de una u otra manera, y en grados diferentes, todos dependemos de la actividad agropecuaria.

A veces se escucha que la CAO y las demás representaciones gremiales sólo defienden los intereses de unos cuantos “pudientes”, y que el Comité se parcializa para apoyar a los ricos , en desmedro de la población. Es falso, el Comité analizó las consecuencias para la población en su conjunto principalmente la incidencia de las propuestas del sector productivo en las fuentes de trabajo y en los precios al consumidor, y después se pronunció unánimemente entre todos los directores, representando a la sociedad civil, por la defensa de los intereses nacionales, aparentemente regionales.

El sector agropecuario pide medidas de emergencia y de vigencia limitada, garantizando su suspensión cuando haya pasado su justificación; por ej. cuando se recupere Brasil, lo que puede producirse por las señales positivas de su economía. Bajo ningún concepto se debe perforar a perpetuidad la competencia en el libre mercado. Laborar con medidas proteccionistas es como jugar con veneno: sólo en una pequeña dosis y aplicado en el momento justo es medicina; caso contrario, es letal.

Un flagelo que causa más perjuicios a la producción nacional que el efecto Samba” o el Niño o la Niña, es el contrabando. Si el portavoz presidencial sabe que existen “grandes empresarios del contrabando” y corrupción de la Aduana Nacional, ¿por qué no meten presos a los corruptores y a los corruptos. La lucha contra el contrabando es cuestión de voluntad política; hacen falta hechos, ya no palabras.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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