Mientras la OTAN ataca sin piedad

Mientras la OTAN ataca sin piedad

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 29.05.1999

En este artículo quiero cuestionar el enfoque con que muchos medios nos presentan los crímenes en los Balcanes. Aprovecho de conocer bastante la región por haber convivido en la ex Yugoslavia durante seis meses, aprendiendo el idioma, y habiendo llegado a conocer a la gente de Serbia, Croacia, Eslovenia, Macedonia y Bosnia durante diez años, como trabajadores en mi empresa en Alemania.

Las diferencias entre vecinos de esta región son inimaginablemente grandes. Pero considero más útil para esta reflexión el conocimiento de la historia del Tercer Reich y, sobre todo, de los acontecimientos alrededor de la Conferencia de Munich, en septiembre 1938, cuando un “Slobodan” Hitler, igual como un “Adolfo” Milosevic, en nuestros días, se burlaba de Neville Chamberlain, primer ministro británico, y Edouard Daladier, su homólogo francés, aceptando cínicamente garantizar la paz para no obstante ordenar que las tropas alemanas crucen la frontera de Checoslovaquia el 3 de octubre 1938, y en marzo l939 eliminando la soberanía de este país y seguir con su política imperialista con la invasión de Polonia (1/9/1939) que marcó el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

La Segunda Guerra era imperialista, para conquistar territorios, con abundantes recursos naturales, por las naciones agresoras. Este paradigma hoy es obsoleto y debería serlo; Europa no puede tolerarlo, por eso debe luchar contra regímenes que ponen en peligro a la Unión Europea.

¡Tenemos que aprender las lecciones históricas!, para parar a los Hitlers de nuestros tiempos, que no respetan reglas de convivencia pacífica civilizada; más bien aprovechan hábilmente la debilidad, lentitud y nobles escrúpulos de la ONU, y de su Consejo de Seguridad, de no interferir en “asuntos internos” como cuando la Liga de Naciones en 1920. Además, contra un victorioso dictador criminal no prospera ninguna oposición interna que quiere resolver conflictos pacíficamente, que rechaza la agresión, que quiere convivir en democracia y paz con los países vecinos.

Estamos testimoniando una nueva interpretación de los derechos internacionales, en el sentido de que el genocidio contra, por ej. bosnios y kosovares, no es considerado un asunto interno, y más bien obliga a la comunidad internacional a evitar estos crímenes, o sea, asegurar la paz con la intervención militar: Una guerra para conservar la paz, habiéndose agotado todas las negociaciones diplomáticas. Parecido a esta nueva interpretación, guardando las distancias, es que cada vez mas gente acepta el derecho del juez Garzón, y recientemente de un juez italiano, a buscar justicia cuando un país soberano no actúa.

Estas nuevas interpretaciones no están libres de contradicciones, y de oposición; aunque no son nuevas, pues el Tribunal Internacional de La Haya existe desde hace décadas, pero sin cumplir su función con determinación.

El titular “La OTAN ataca sin piedad”, y las informaciones sobre muertes de civiles inocentes, no son suficientes para hacer entender al público toda la dimensión de esta guerra en los Balcanes. La OTAN está conformada por 19 países (uno de ellos los EE.UU., muchos de ellos con una larga tradición democrática, respetuosa a los derechos humanos, con líderes de trayectoria antiarmamentista y “verde” que se ven confrontados con un tremendo dilema: Por un lado, asumir responsabilidad y culpa (por los civiles muertos) para no, por otro lado, cerrar los ojos ante barbaridad serbia demostrada en Bosnia con 200.000 muertos, cuyas nuevas víctimas en Kósovo son por lo menos 750.000 personas huyendo y cuánto más igualmente masacrados, sin distinción de sexo, utilizándolas como “escudo humano” para proteger objetivos militares.

Estos conflictos de conciencia deben ser entendidos para comprender los acontecimientos, que suceden lejos de nosotros pero significan un cambio trascendental en la futura organización de la convivencia pacífica de la comunidad Internacional. Quizás no es factible juzgar todos los crímenes del pasado, pero sin duda alguna, se trata de una advertencia seria a cualquier régimen con antojo de violar la paz y los derechos humanos de que eso no será tolerado en el futuro. El nacionalismo expansivo, usurpando territorios ajenos es esencialmente antagónico a una Europa que está unificándose y en un mundo globalizado.

Por supuesto, quedan dudas, también como consecuencia de lecciones del pasado. ¿Podemos confiar que los móviles de la intervención son verdaderamente los declarados? ¿Podemos confiar o predominan, cómo en muchos casos en el pasado, otros intereses ocultos? ¿Gato por liebre? En Latinoamérica es muy popular cuestionar la motivación de los EE.UU., y tiene “abogados” muy poderosos en sus discursos, pero argumentan con parcialidad emocional, lo que les inhibe ver que la OTAN no es idéntica a EE.UU.; así, ven y dicen lo que alimentan clichés.

Para contestar nos faltan conocimientos, pero por la transparencia de la política en los países que conforman la OTAN es de suponer que los motivos declarados merecen credibilidad y, quizás, estamos aprendiendo otra lección: Si la ONU no asume su responsabilidad para la paz mundial, se convierte en un perro guardián sin dentadura, igual que la Liga de Naciones después de la Primera Guerra Mundial, sin poder frenar o inhibir el surgimiento de regímenes criminales.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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