¿Collas versus Cambas? – un tema obsoleto y mal planteado a nivel social

¿Collas versus Cambas? – un tema obsoleto y mal planteado a nivel social

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 26.06.99

Este artículo resulta de la frustración de no haber podido explicar un punto de vista, participando como panelista en un foro debate, en el cual quedaron “chutas” mis ideas. Agradezco, sin embargo, a los conductores del programa “Sin Censura” por la gentil invitación que, para mí, era un buen motivo para reflexionar sobre un tema que durante casi 20 años me acompaña: ¿Cómo tratan los cambas a los migrantes?

Pues, es equivocado hablar sólo de collas cuando en realidad los migrantes vienen de todas las partes del país y del exterior. Para contestar: No detecto discriminación; ningún miembro de mi familia se siente incómodo y tengo la impresión subjetiva de que no existe tal rechazo. En una especie de sondeo “pesquiza”, ciertamiente nada representativo, pregunté a migrantes amigos del interior, de diferentes capas sociales si enfrentan dificultades por su origen; tampoco confirman malos tratos por parte de cambas. Al parecer, pasaron a la historia los “Terebinto”.

Estoy convencido de que la población de la ciudad de Santa Cruz es muy realista, práctica, pragmática y se abre a los migrantes sin distinción de origen siempre y cuando estos hacen esfuerzos para asimilarse y contribuir activamente al progreso de Santa Cruz. Es una bienvenida condicionada. El anfitrión espera del recién llegado que acate ciertas reglas de comportamiento, ser trabajador, respetar normas vigentes e identificarse con los grandes anhelos cruceños. Este acatamiento se exige con firmeza y, a mi criterio, con toda razón, permitiendo en gran medida conservar identidades culturales de los migrantes, como demuestra el caso de los menonitas, reconocidos por su aporte al crecimiento económico, pero sin mucha inserción social. Hay que ganarse el derecho de piso, bajo un riguroso control social cruzado. En resumen: bienvenido es el migrante positivo y rechazado el migrante malntencionado. Creo que Santa Cruz logra integrar con éxito, con bastante tolerancia a gente de otros departamentos y del exterior y temo tener que admitir que en muchos países europeos no existe esta tolerancia. A mi criterio, esta mezcla tiene efectos positivos por la complementación de virtudes, si bien, a la vez, representa un desafío a las queridas tradiciones cambas, expuestas a la competencia de diferentes influencias culturales ajenas. Si aceptamos esta tesis de la complementación, favorable y por muchos reconocida, de virtudes, conocimientos, dinámicas, encontramos en ella una cierta explicación del desarrollo de Santa Cruz, tratando vivir mejor. Un migrante que quiere luchar por un futuro mejor, probablemente es activo, flexible, audaz, emprendedor y trabajador, es capital humano.

El meollo del problema, me parece, es otro.

Bolivia está en plena transición de un país minero a un país del agro, por la incidencia de este sector en el PIB nacional con un 22% y en vista de que un 40%, quizás más, de la población boliviana gana su vida con actividades agropecuarias. Esta transición, sin embargo, no se refleja en las reformas estructurales del Estado boliviano, tomando como ejemplo el origen de los ministros del gabinete. Las políticas, sin una ponderada consideración del poder económico cruceño, se definen en La Paz, o sea en “Collalandia”, donde los intereses de los agentes principales de los negocios tienden a chocar con los intereses empresariales del Oriente. El Gobierno central impone sus intereses y Santa Cruz se ve perjudicada. Además, el centralismo de La Paz no acepta la verdadera descentralización política, cuando los líderes y la población del Oriente, con la autoestima que se alimenta del poder económico de esta región, pide cada vez con más ímpetu la participación adecuada en la conducción del país. El centralismo, en la ecuación simplificada, es idéntico a “colla”. El meollo del problema es la lucha por el poder. Con la misma lógica sucede algo parecido, si bien al revés, en Santa Cruz: muchos miembros de la cúpula cruceña no quieren compartir la conducción con gente que no sea oriunda de esta urbe, argumentando por analogía que Bolivia no puede aceptar a un extranjero como presidente. Sin embargo, la posición cruceña es mucho más flexible y los procesos actuales de cambio son muy dinámicos, o sea, se aflojan opiniones otrora intransigentes, con pragmatismo, donde reformadores encuentran todavía la resistencia de tradicionalistas. Los matrimonios entre collas y cambas también producen cambios. Es muy probable que en Santa Cruz, con el tiempo, se impondrá este pragmatismo.

Pero, ¿será que La Paz, léase: “los collas”, permite la reclamada participación cruceña? Hay mucha gente que lo duda, y los hechos hoy por hoy justifican esta duda. Para resolver esta confrontación por la participación en el poder, queda, probablemente, una sola solución y es otorgar a distintas regiones del país más autonomía para resolver sus problemas regionales; caso contrario, no terminarán, más bien se agudizarán los choques de intereses.

En resumen, lo que se discuta bajo la sigla “colla versus camba”, en realidad es la lucha de una región (¿una?) contra el centralismo.

La solución es el Gobierno Departamental autónomo. Para no convertirse la capital departamental por su lado en un secante centralismo regional, se debe respetar la autonomía de los Gobiernos Municipales fortalecidos.

Para finalizar, un chiste que me contó el Gral. Armando Escobar Uría: En la Segunda Guerra Mundial, el Alcalde de La Paz recibió por cablegrama la amenaza de Hitler de que las capitales de los países enemigos serían bombardeadas. Asustado, el Alcalde respondió: Don Adolfo, por favor, tome nota que la capital de Bolivia no es La Paz, sino Sucre. Atte.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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