2015

2015

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 13.10.1999

Las siguientes reflexiones están inspiradas por agudas tendencias que amenazan colapsar el funcionamiento de la ciudad y, consecuentemente, de la región, por no habernos preparado con anticipación suficiente al rápido crecimiento que nos ha llevado a sobrepasar el millón de habitantes; por lo tanto, tenemos ahora que intentar apagar incendios, sea como sea. Por no haber planificado, hoy estamos obligados a improvisar. No teníamos hace 10 años, o por lo menos hace 5, la clarividencia de que los problemas de otrora, ya claramente perceptibles, se iban a incrementar, y era entonces el momento oportuno para iniciar medidas correctivas. Pero no fue así, en términos generales (hay raras excepciones, por ejemplo el buen abastecimiento con energía eléctrica), por lo tanto, sufrimos en muchos sectores de graves déficits en el funcionamiento ordenado de la ciudad, y la amenaza de caer en caos es inminente y previsible.

Planificar significa anticipar lo que posible o probablemente sucederá en el futuro, lo que nadie saber a ciencia cierta. Pronosticar es un terreno bastante resbaloso y es fácil, como planificador equivocado, quedar en el ridículo. Resulta más fácil elaborar un diagnóstico que repita lo que actualmente existe y lo que todos sabemos, sin peligro alguno de hacer un papelón. Improvisar es utilizar el “freno de emergencia” cuando algún problema ya está escapando del control, y cuando tratamos de minimizar las consecuencias de no haber tomado a tiempo las precauciones. Está sobreentendido que la improvisación es muy inferior a la planificación, pues es antieconómico, llega tarde y, muchas veces, los bomberos, al apagar el fuego, causan graves daños con el agua derramada.

Debemos anticipar el futuro, a lo mejor con diferentes horizontes de tiempo, digamos de 5 años (gestión municipal) 10 años y hasta 15 años o más, para definir el Norte, y prepararnos hoy para lo que venga mañana. Pero, ¿qué es lo que viene? Nos sirve una serie de preguntas para adivinar inteligentemente el futuro, tales como:

Dónde vivirán en el 2015 dos millones de habitantes; dónde trabajarán; cuáles serón los futuros pivotes de la economía regional, en la rigurosa competencia mundial del capitalismo salvaje; seguirá el agro siendo la locomotora, ó perderemos competitividad, lo que nos obligaría buscar alternativas, por ej. realizar el antiguo proyecto de producir fertilizantes, en base al gas natural.

Cómo se desplazarán los dos millones: en autos particulares, utilizando transporte micrero, tranvía, bicicleta, a pie; cuántos edificios de parqueo nos faltarán. Cuánta nueva infraestructura en salud, educación, servicios básicos debemos construir hasta el año 2015. Dónde se depositará la basura generada por dos millones de personas y qué sucederá con las aguas negras. Cómo aprovechamos el conocimiento, factor decisivo de la competitividad. Dónde habrá espacio para el esparcimiento.

Todas estas preguntas precisan ser contestadas con indicadores objetivos; no bastan descripciones ambivalentes de carácter enunciativo, de buenas intenciones. Es más, debemos estimar costos y solucionar el financiamiento.

Estas respuestas serán diferentes según el supuesto sobre el escenario del 2015; si será favorable, por ej. registrando un crecimiento económico, con distribución socialmente equitativa, mayor que el crecimiento demográfico; o un escenario donde exista un equilibrio entre ambos indicadores; o una situación negativa donde el crecimiento económico es inferior al demográfico. Estos escenarios dependen en gran medida de factores fuera de nuestro control, por ej. cambios del clima, grado de dependencia de la marcha de la economía mundial, o de la política asistencialista de la comunidad internacional. Sin embargo, esta dependencia no nos libera de la responsabilidad propia de planificar nuestro futuro, a sabiendas de que entre tomar una medida preventiva y el goce de su efecto positivo pasa mucho tiempo (desfase, “timelag”).

Una pregunta clave es si podremos consolidar la paz social, evitando la exagerada concentración de fortunas e ingresos, lo que no refleja el “PIB per cápita” por no mostrar la distribución.

Finalmente, hay que definir cómo queremos vivir, lo cual es el resultado de una decisión política, dentro de las grandes limitaciones que impone la realidad, aprovechando las potencialidades, pero sujeta a la influencia del marco internacional; se trata de una determinación que debe ser respaldada por un consenso mayoritario de la población. Esta visión de futuro anhelado debe ser alcanzable, – ¡caso contrario, seríamos soñadores! -, comprometiendo colectivamente nuestros grandes esfuerzos, revitalizando la fuerza intangible cruceña de antaño de lograr una organización social que nos permita combinar y explorar racionalmente nuestras ventajas comparativas.

Debemos hacer hoy un análisis de nuestras futuras fuerzas y debilidades, considerando las amenazas y las oportunidades macro. Seamos visionarios.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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