Alegato contra un debate equívoco

Alegato contra un debate equívoco

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Dìa, 03.03.2000

En “Clarín”, el gran matutino de Argentina, recientemente publicaron los principales resultados de una investigación científica sobre los efectos de la crisis económica en empresas privadas. Destacan dos afirmaciones muy claras. La primera, que la economía de mercado, difamada por muchos como neoliberalismo, es un orden económico que permite a las mejores empresas generar muy altas ganancias y, al mismo tiempo, a otras alarmantes pérdidas. De la misma manera, este estudio científico reveló que entre empresas del mismo sector existen las mismas abismales diferencias en cuanto a los resultados: algunas empresas del mismo sector trabajan con muy altas ganancias, mientras otras corren riesgos existenciales por sus tremendas pérdidas. Dos mitos parecen falsos. Según el primero el modelo económico vigente no sirve, y el otro falso es que sectores enteros están en crisis en su totalidad, cuando la investigación demuestra claramente que en el mismo periodo, bajo la misma economía, de un mismo sector la diferencia existe entre buenos y malos empresarios.

La rigurosa competencia internacional obliga a lograr niveles de competitividad suficientemente altos para poder medir fuerzas con los mejores, lo que no sucedió en las economías cerradas. Esta competitividad resulta de la productividad, es decir, produciendo con costos más bajos posible. La economía cerrada era un mundo de los “negocios fáciles”, donde casi no soplaban áridos vientos, existían monopolios y carteles, lo mismo que proteccionismo, subsidios y privilegios mercantilistas. En este mundo, el consumidor era el principal perjudicado.

Ahora, la competencia mundial, con productos de mejor calidad y más baratos, conquista los mercados otrora abastecidos por la oferta nacional como única opción. ¿Cuán correcto es el argumento de que la competencia internacional es “desleal”? “Desleal”, según la Real Academia Española, significa “que obra sin lealtad”, siendo lealtad el “cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien”. Estar como competidor en condiciones de vender a precios más bajos que otros no es desleal, sino la quintaesencia de la economía de mercado, a favor del consumidor.

Aquí surge como argumento el DUMPING. Hay dumping, pero hay denuncias de supuesto dumping cuando en realidad los precios bajos que cobra una empresa en mercados exteriores, resultan de una mejor productividad. Se conoce el “social dumping” (pagando sueldos muy bajos para la mano de obra), existe “dumping ambiental” (cuando en determinados países las empresas “ahorran” costos por no verse obligadas a proteger el medio ambiente contra las consecuencias negativas de su actividad) y el clásico dumping económico, cuando una empresa, en el mercado doméstico, cubre el total de sus costos y vende excedentes de su producción en mercados externos, conformándose con un pequeño margen de contribución, que resulta de un precio muy bajo, disminuido sólo por los costos directos. Un ejemplo: Si en la India se desarrolla software a un 10% del precio de lo que cobra Sillicon Valley, en EE.UU., ¿qué es?, y si China ofrece a precios aún más bajos, por contar con costos laborales ínfimos en comparación con los vigentes en países industrializados, ¿qué es?

Siempre habrá crisis coyunturales. Los teóricos de la macroeconomía las consideran necesarias, pues hacen desaparecer a los actores ineficientes y ejercen una presión sobre las empresas para que sobrevivan, lo que favorece a la productividad. Además sirven para encontrar nuevas soluciones, por ejemplo abrir “nichos” en el mercado internacional para productos y servicios que cuentan con ventajas competitivas comparativas, tal como el turismo de Bolivia. Las crisis coyunturales vienen y van (y, quizás, se irá la actual ya pronto, dando crédito a la información sobre las exportaciones de Santa Cruz, hasta el 15 de febrero, cuya cantidad bajó en un 18%, pero cuyo valor subió en un 6%. en comparación al año 1999).

Una crisis coyuntural frecuentemente se la utiliza para exigir un desmontaje del orden económico, cuando el Estado debe utilizar su instrumentario intervencionista temporalmente, intentando lograr simultáneamente los cuatro objetivos de su política económica, que son el equilibrio de la balanza de pago, full empleo, estabilidad financiera y crecimiento económico; objetivos que se caracterizan por su antinomia entre sí. Estos instrumentos deben ser compatibles con el mecanismo del mercado. La palabra clave es “temporalmente”. Un ejemplo es la política de Allan Greenspan, corrigiendo permanentemente, con ligeros “subes y bajas” de la tasa de interés, la marcha de la economía de los EE.UU.

Finalmente, si el Estado responde positivamente a los gritos de socorro, considerando las fuentes de trabajo que dan empresarios sin competitividad internacional, la ayuda debe ser condicionada, quiere decir, obligar a introducir medidas que tiendan a mejorar en el tiempo la productividad. Si empresarios con bajos rendimientos logran que se manosean los pivotes de la economía para garantizar su sobrevivencia en tiempos de crisis, sus colegas competitivos se alegrarían por obtener ganancias caídas del cielo (“windfall-profits”). Y pagan los contribuyentes. (Muy distinta es la creciente iniciativa internacional que exige la abolición del proteccionismo practicado por muchos países a favor de sus sectores agropecuarios, quizás una de las injusticias más grandes del actual orden económico internacional.)

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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