Imprescindible

Imprescindible

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 22.03.2000

En la región, en la sede del Comité pro Santa Cruz, prospera actualmente una decidida iniciativa de no sólo salir del estancamiento económico, sino, mucho más allá de superar una crisis coyuntural, de encontrar políticas que permiten un verdadero despegue económico y social con sostenibilidad. Están la FEP/SC, las cámaras de Industria y Comercio, Forestal, Exportadores, Agropecuaria, representando al sector privado, y la sociedad civil organizada, o sea, el Co-mité pro Santa Cruz, y los sectores Transporte, Fejuve, COD, campesinos y gremialistas, que representan la gran mayoría de la población. Entre ambas fuerzas se está ana-lizando la política del Estado para la reactivación económi-ca de Bolivia, con la finalidad de determinar políticas estratégicas, consensuadas en la alianza.

El Estado ofrece un diálogo y también la región pide, mejor dicho: exige el diálogo. Se destaca en eso una corriente de opinión compartida de que la discusión debe abarcar grandes lineamientos visionarios que permitan que la región y, por lo tanto, el país puedan insertarse exitosamente en el mundo de los negocios. Lo que se busca, para la más grande mayoría posible de la población es la felicidad. La prosperidad económica representa para este fin una condición infraestructural aún no suficiente. ¿Cómo se logrará la prosperidad económica y social de la población? Primero: muchas empresas privadas producen con los costos más bajos posibles y venden en mercados internacionales, ge-nerando utilidad, la más alta posible. (“Hacer la torta grande”.) Segundo: esta utilidad debe dejar beneficios para los empresarios, pero también para los trabajadores y para el Estado, que recauda para invertir en obras sociales. (“Repartir la torta grande” socialmente justa.)

Una condicionante para lograr estos objetivos es la des-centralización del Estado. La descentralización permite abordar los hechos diferenciales y los problemas regionales de modo mucho más funcional que un sistema centralista, pues combina la unidad hacia fuera con la multiplicidad hacia adentro. La distribución de competencias entre el Gobierno central y los departamentos política y administrativamente descentralizados es un elemento esencial del sistema de la división y el equilibrio de poderes. Esta descentralización fortalece el principio democrático, pues posibilita el compromiso político del ciudadano en su medio. La importancia de todos estos argumentos podemos apreciarla en nuestra descentralización a través de la municipalización. El Estado descentralizado permite to-mar cumplidamente en cuenta las diversas y culturales correlaciones de fuerzas a nivel regional (ver respeto por diferencias de identidad cultural). Hay en el mundo casos exitosos, por demás conocidos, aplicando y experimentando con mucho éxito la práctica de repartir casi óptimamente las atribuciones y competencias bajo el principio de la subsidiaridad, mediante la competencia legislativa que, según los temas, puede ser exclusiva, concurrente o básica. (Estos conceptos serían el tema de otro artículo.) El problema, en el caso de Bolivia, radica en la falta de voluntad política de dejar el secante centralismo; los argumentos antidescentralistas son por demás conocidos (“republiquetas”; “sedición”; “demasiado caro”; “ingobernabilidad”, federalismo, etc.), pero carecen de veracidad. La descentralización de competencias debe ser acompañada por la adecuada dota-ción financiera a las entidades departamentales y locales. Esta necesidad es voz pópuli, como lo demuestran los gri-tos por más coparticipación tributaria de los gobiernos mu-nicipales autónomos. Nuestra “descentralización administrativa”, la LDA, no es, ni siquiera, una desconcentración; Juan Carlos Urenda lo ha demostrado y los ciudadanos ob-servan impotentemente la inoperancia. Lograr el objetivo de construir una región exitosa pasa pues imprescindiblemen-te por una descentralización política y administrativa, y el pueblo ha manifestado esta exigencia en la consulta popu-lar realizada por el Comité pro Santa Cruz. Ojo, que no dejen pasar otra vez la promulgación de una ley de reforma de la CPE. Las actuales iniciativas concertadas, en el mo-mento oportuno son ideales para retomar la bandera de la descentralización, condición sine qua non para que la re-gión se dote con reglas de juego que permiten aprovechar en grado óptimo las grandes potencialidades existentes, dentro de una Bolivia unitaria. Santa Cruz es un gigante económico y, a la vez, un enano político. ¿Hasta cuándo?

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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