Reflexiones sobre el Control Social

Reflexiones sobre el Control Social

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 19.07.2000

En la reciente Mesa Departamental del Diálogo Nacional II surgió una cierta controversia sobre el “control social” en los niveles nacionales y departamentales. Se entiende que los países acreedores de nuestra deuda externa han manifestado que esperan la decidida participación de la sociedad civil organizada, tanto en la asignación de los recursos como en el control de su utilización, para garantizar que se logre un objetivo priorizado y es el de la reducción de la pobreza.

Juan Pueblo sabe que quien paga la banda, pide la música que se toca. Condicionar la condonación puede ser interpretado como “injerencia” externa en asuntos nacionales, pero se trata de una rutina y experiencia cotidiana; lamentablemente, estamos obligados, de manera exagerada, a aceptar condiciones para conseguir lo anhelado. El objetivo es reducir la pobreza con más democracia y respeto por los derechos humanos, de todas maneras es una “injerencia” sana, y el control social, al parecer, encuentra mucha resonancia entre nuestros representantes de la sociedad civil. En el Diálogo, sin embargo, se escucharon voces escépticas sobre la constitución de nuevas instancias de control social, con argumentos que se basan en las insatisfactorias experiencias en el ámbito municipal, por darse cuenta que entre la teoría y la práctica del control social existe una ancha y profunda brecha. No quiero especular sobre motivos que indujeron a la negación de un control social en los niveles nacional y departamental, como se escuchaban, tales como la oposición de la “clase política”, por defender sus intereses y “privilegios”. El principal problema es la debilidad de las instancias, que pueden mejorar la transparencia en el actuar sin garantía de éxito, tal como el “Cuarto Poder” ejerce un control, a veces con revelaciones espectaculares, como en el caso de “Watergate”, “Espejos”gate inolvidable, y otros. Los Alejandro Colanzi, Gordo Méndez y hombres y mujeres que conforman este “Cuarto Poder”, cumplen una muy importante función social, luchando contra la corrupción, el despilfarro público, la ineficiencia.

El control social se justifica en el hecho de complementar la supervisión, sobre todo cuando la fiscalización por instancias constitucionales falla, pero no la puede sustituir. ¿Quién garantiza que las nuevas instancias del control social serán exentas de la corrupción por conflictos de intereses? ¡No seamos ingenuos!

Sería otro método complementario obligar forzosamente a la administración pública a difundir informes trimestralmente, utilizando el servicio de INTERNET, para que la sociedad civil pueda informarse debidamente.

El meollo del problema no es la fiscalización o el control social o la labor del cuarto poder, sino la impunidad de delincuentes identificados y setenciados por la justicia, pues no se aplican las leyes. El problema no es descubrir, sino castigar a los autores de los hechos criminales cometidos. La fiscalización no resulta, pues no existe la independencia del poder judicial, que debe ser independiente, cuando en la práctica se debe a otros poderes, por lo tanto, impotente de castigar. La tarea gigantesca es corregir las fallas en el funcionamiento de las instancias constitucionales, antes de crear nuevas organizaciones de control. Una pregunta surge: ¿Qué poder real tiene la Defensora del pueblo, o el Comité de Vigilancia? Si tienen poco poder pueden denunciar con un efecto relativo; si tuvieran mucho poder, con buena dentadura para morder, serían segundos fiscalizadores. El peligro sería que la instalación de instrumentos nuevos distrae la atención en la tarea fundamental, que es la consolidación de las instancias constitucionales. Citamos de un documento oficial publicado a través de INTERNET: “El Diálogo Nacional 2000 no pretende crear una nueva institucionalidad en Bolivia; por el contrario, refuerza el marco legal existente.”

Sin duda alguna, un control social adicional no hace mal, pero ¿lo hace bien? Lo ideal sería que las instancias formales cumplan, ya que las reformas estructurales (sobre todo las modalidades electivas de las autoridades) son ineludibles, como causas de fondo indirectas, no a la vista. El problema no es identificar, sino castigar a los identificados. Al parecer, el escépticismo y la frustración, en cuanto al control social, tienen su origen en esta realidad cotidiana.

Finalmente:

1. Agradeciendo al Norte por la condonación, tenemos que reclamar con fuerza que deje sus políticas proteccionistas.

2. Nosotros debemos garantizar una distribución equitativa de las bonanzas e imponer reglas que eliminan la evasión tributaria y arancelaria.

3. El Sr. Ministro de Hacienda debe acostumbrarse a dialogar, pues los tiempos han cambiado.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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