Escándalos

Escándalos

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día , 8.11.2000

El título de un comentario debe resumir su contenido. Lo que, en este caso, suena como una titulación sensacionalista, digna para la prensa amarilla, cumple esta función de resumir en una sola palabra lo que son escándalos, por muchas personas, lamentablemente no percibidos como tales. A ver.

La Federación de Profesionales de Santa Cruz (FPSC), hace poco, presentó por cuarta vez un “Diagnóstico de Preferencias Profesionales de los Bachilleres Cruceños 2000″. Bajo la dirección del Lic. Alberto Santelices S., se encuestraron en este año unos 16.000 bachilleres de colegios fiscales y privados De las diferentes conclusiones llama la atención que año tras año, un 85% desea estudiar en una universidad, y sólo un 10% piensa capacitarse en algún instituto. Citamos: “Si aceptamos que el país necesita mano de obra calificada a nivel técnico medio y superior, entonces la situación es realmente preocupante. Lo peor es que las autoridades llamadas a intervenir para buscar una posible situación al problema, nada hacen”. Es más, sólo la mitad de los bachilleres reciben alguna orientación en cuanto al conocimiento de las profesiones, “pero sin conocer el futuro mercado profesional”. El estudio proporciona además datos alarmantes del INE. De unos 150.000 adolescentes entre 16 y 20 años, casi 130.000 quiere estudiar en alguna universidad, pero sólo 13.000 se profesionalizarán.

Esta situación es un escándalo, porque representa un despilfarro de esfuerzos y de escasos recursos, y es un (auto) engaño de los interesados, de sus familiares y de la sociedad en su conjunto, que precisa capital humano que responde a los requerimientos cuantitativos y calificativos de la futura demanda laboral. El escándalo consiste en un “divorcio” alarmante entre oferta y demanda laboral, incluyendo la demanda profesional, a sabiendas que profesionales representan actualmente, quizás, un 5% de la población económicamente activa.

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¿A qué se debe esta situación escandalosa y qué se puede hacer?

* En muchos casos, la mentalidad y la idiosincrasia son causas influyentes, lo que se manifiesta en la búsqueda de un estatus social a través de un grado académico, sin mucho importarse si la profesión elegida tiene futuro. Mejor que sea un “Doctor”, por más que el título académico de verdad es, por ejemplo, “licenciado en abogacía”. El nivel técnico medio o superior sí cuenta con demanda, y todos lo sabemos, pero por el bajo prestigio de esta profesión, aparentemente, no es “atractivo”.

* Faltan pautas e indicadores para orientar sobre la futura demanda laboral. La FPSC promueve una iniciativa para subsanar esta falencia. El Presidente de la Federación, Ing. Carlos de Chazal y su Directorio respaldan decididamente la labor.

* Falta información completa, transparente y objetiva de la oferta de formación y capacitación, a cargo de una institución imparcial que cuenta con solvencia moral. Aquí vale mencionar la idea de la defensa del consumidor, una realidad en muchos países avanzados en la materia. Algunas ofertas muy importantes no fueron mencionadas.

* Una tendencia de una “mentalidad de castas” que cuida celosamente el estatus de sus miembros afiliados y privilegiados y lo defiende contra grupos que son considerados de nivel inferior. Esta mentalidad, “pariente” de la descrita líneas arriba, contrasta con una sociedad supuestamente demócrata y abierta, y choca con las tendencias mundiales de abolir al proteccionismo también en el mercado laboral y profesional. ¿Qué vale más, un licenciado trabajando de taxista, o un técnico medio que ofrece su oficio, ganando bien?

* Por una “lectura” errada de las megatendencias no se identifican adecuadamente los grandes cambios acelerados con la objetividad necesaria (inclinándose al lema: “no puede ser lo que no debe ser”) y, por eso, no asimismo los bachilleres a nuevos perfiles y oportunidades; en otras palabras, continúa lo acostumbrado, sólo con más de lo mismo.

* Un escándalo es el drama de la universidad pública, en particular la UAGRM. A nombre de conceptos obsoletos interpretados de mala fe, la necesitada inversión pública en jóvenes bolivianos se malgasta y no retorna a la sociedad, lo que es un despilfarro escandaloso. Bajo esta condición, sería bienvenida una ley que pone punto final al escándalo.

Y es un escándalo la malísima distribución del PIB: el 10% de los más ricos dispone del 50% del PIB, y el 10% más pobres se reparte el 1%, según una investigación publicada. Pido perdón por la insistencia, pero hay que recordar(se) de este escándalo cada día. Una sociedad con una tan injusta distribución no es viable en el tiempo.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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