Cómo formarse una opinión

Cómo formarse una opinión

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día , 07.02.2001

Encuestas sobre opiniones referentes a asuntos de toda índole, forman parte de la democracia. Son prueba palpable de que el derecho a la libre expresión de criterios es una realidad. Son necesarias para conocer lo que la gente piensa, anhela o rechaza, para orientar políticas concretas acorde a estos conceptos. Sin embargo, el manejo de este derecho fundamental muchas veces es inadecuado.

Frecuentemente, mucha gente expone opiniones sin disponer de una relevante información objetiva (aunque sea accesible), y con más alegría aun cuando un medio divulga la imagen del encuestado. Pocos se resisten a la tentación de hablar sobre un tema sin tener una idea fundamentada, como un opa solemne feliz por tener, por fin, una tribuna.

Es fácil comprobar esta observación. Actualmente es un tema muy comentado la elección del directorio del Comité pro Santa Cruz. Muchas personas, también gente con un buen nivel de formación e instrucción, califican alegremente el desempeño de una gestión como “buena” o “mala”, sin nisiquiera conocer a los miembros del directorio, el trabajo realizado y los resultados logrados.

Se expresan ideas preconcebidas, prejuicios, utilizando con preferencia los disques y conques, que transmite la “radio cocina”. A estas personas también conviene aquella noticia que respalda su preconcepto, ignorando intencionalmente cualquier otra información objetiva que complementa o corrige el criterio prefijado.

De esta manera, la encuesta se convierte en una agregación de “opiniones” (entre comillas, para señalar que se trata de opiniones bastante alegres, carentes de un criterio serio), que forman una corriente de opinión pública en la concepción de un “sentir o estimación en que coincide la generalidad de las personas acerca de asuntos determinados” (Real Academia Española). Es pues la sumatoria de pareceres individuales que se basan en apreciaciones, preferencias, sentimientos; en todo, menos en una análisis objetivo. El resultado puede ser que la opinión pública define que dos más dos son cinco. Puede ocurrir eso porque para la masa es más importante la persona del portavoz de una propuesta que el contenido mismo de ella. Es obvio que un poco de información, en el caso mencionado el conocimiento de reglas matemáticas, sirve para evitar crasos errores.

De pronto contamos con una explicación adicional de por qué llegan personas incapaces a cargos jerárquicos, y vemos que es acertado el proverbio que reza que el pueblo tiene la autoridad que merece: la opinión pública se está formando en un circo populachero de entontecimiento del pueblo, y el público, aparentemente, está feliz con este embrutecimiento. Si consideramos elecciones como sondeos de opinión con consecuencias trascedentales, vemos cuán fatal es formarse una opinión en acontecimientos de estupidización masiva en vez del análisis de información objetiva. Reiterándolo: las informaciones para formarse un criterio serio están disponibles, ninguna excusa vale.

Y ahora la buena noticia: ser informado objetivamente mejora el criterio válido y evita que seamos una presa fácil de los demagogos.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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