La crueldad de la ley

La crueldad de la ley

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 13.02.2001

El siguiente comentario puede originar malestar entre algunos lectores. Puede causar rechazo emocional; dudo racional. Se podría nomás sospechar que alguna gente quiere matar al mensajero cuando les disgusta el mensaje, peor cuando un mensajero, por su origen alemán, alimenta “dudas” en su objetividad. Tantos salvavidas – ¿pa qué?

Quiero tocar el tema de los 7.000 (¿) emigrantes bolivianos que se encuentran en España buscando una situación superior a la que Bolivia les ofrece. El tema ha sido tratado ampliamente en notas de prensa, en artículos de opinión, hasta conllevó a censuras periodísticas. Temo que no se está enfocando el tema con el criterio siempre realista, más bien con una óptica e interpretación influenciada por nuestra experiencia cotidiana en la aplicación de las leyes. Pues, de eso se trata en el fondo: estamos acostumbrados a que si bien la ley existe, no se la aplica con rigor imparcial y, aparentemente, cuesta imaginarnos que en otras sociedades de diferentes cultura, no se “negocia” su cumplimiento.

Estamos acostumbrados a creer que la ley es disponible al mejor postor, permeable a condiciones, y estas condiciones son flexibles. Para no acatar normas legales se hacen huelgas, crucifixiones, marchas, bloqueos, paros, chantajes, negociaciones, etc., y, al final, muchas veces, se suspenden abierta o disimuladamente las normas que deben regular entre todos, sin distinción, la convivencia organizada como sociedad civilizada, pues, supuestamente, delante de la ley somos todos iguales; bueno, algunos más iguales que otros, parafraseando a George Orwell. Mario Rueda Peña lamenta y observa con convincentes argumentos legales la suspensión de artículos de la Magna Carta y del Código Penal. Es eso, para repetirlo, el meollo del problema: nuestra simpatía está en favor de los 7.000 compatriotas que quieren algo que el orden legal de España no prevé y, más por costumbre que por reflexión, hacemos prevalecer con incredulidad nuestra sorpresa y rabia de que en España no quieren negociar, ni bajo las presiones que aquí, casi siempre, dan buenos resultados.

Y verdad, ni simpatías españolas con los solicitantes bolivianos, sin visa para permanecer y trabajar, podrán variar la rigidez, pues se trata del ingreso no sólo a España, sino a la Unión Europea, donde hay libre circulación en los países miembros, a tal extremo que un viajero no se da cuenta que salió de un país integrante y entró a otro. Compárelo, estimado lector, con los abusivos procedimientos vigentes en este hemisferio. Es obvio que este asunto de la migración es un tema caliente de toda la U.E., en vista de la alta presión sobre ella por parte de personas precedentes de países pobres, con el objetivo de beneficiarse de la bonanza económica y de la seguridad social logradas en la U.E.. La cuestión del asilo político, como también la necesidad de contratar expertos extranjeros en distintas especialidades y la enferma estructura demográfica de varios países europeos, por un lado, y la xenofobia, por otro, que existe en los países europeos en diferentes grados, hacen del tema uno de los más controvertidos de la agenda política, pues no permiten que algunos países sirvan de “puertecilla trasera”, por tener una frontera agujereada con los países vecinos. La lucha frontal contra la migración prohibida es decidida; sin embargo, no se puede evitar que la frontera sea “porosa”; hay una mafia que se dedica al contrabando de mercancía humana.

Es el propósito de esta nota concienciarnos y tenemos que entender que, ¡oh, milagro!, en otras partes del mundo hay un respeto inquebrantable por el orden jurídico establecido. La ley puede ser cruel en las consecuencias, pero no deja de ser ley. Nuestro Canciller, la deuda histórica española, la situación adversa de los afectados que se encuentran a la deriva, en huelga de hambre y que a nombre de los derechos humanos, gritan su tragedia al cielo, no van a lograr que la ley sea violada, y eso sucedería si se aceptará una excepción no prevista legalmente. Inimaginable la existencia de este rigor, cuando comparamos aquella práctica con la nuestra aquí, pero así es. A propósito, hay algo para aprender en esta historia.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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