¿Qué hacer?

¿Qué hacer?

Autor: Willi Noack

Publicado: El Nuevo Día, 18.03.2001

La descripción de los síntomas de la crisis que azota a Bolivia, es de conocimiento de todos.

En la identificación de las causas de fondo de los desastrosos efectos que, en su conjunto, produce la crisis económica, social y política, en este análisis ya no hay coincidencia, más bien cada cual, según su noción, su interés personal, o como miembro de un grupo, sus aspiraciones o su indoctrinación, etc., asigna la responsabilidad por la crisis a quien mejor le parece inculpar. Además, son escasos los que confiesan su “mea culpa”.

Según esta “identificación” interesada de la causa y de su efecto, producto de la subjetividad de cada analista y no de un análisis objetivo, proponen las recetas para superar la crisis. ¿Qué hacer?, la pregunta del millón.

Bajo varios criterios pueden clasificarse los remedios, y son:

1. Tardanza hasta que el remedio empieza a curar (a corto, mediano y largo plazo).

2. Costo y disponibilidad (inmediata) de fondos para financiar el remedio.

3. Compatibilidad con el orden político económico vigente.

4. Remedio apto para curar efectivamente causas de fondo o sólo paliar momentáneamente un síntoma.

5. Otros criterios (estos primeros cuatro criterios no presentan una enumeración exhaustiva).

Ad 1: Este criterio de la tardanza ha adquirido en la actualidad (marzo de 2001) un rango superior a otros: hay que accionar con alta celeridad, en caso contrario, muchos morirán, pese a que potencialmente tienen buenas chances de sobrevivir. Pero, la ayuda a ellos debe estar condicionada a una aplicación paralela y obligatoria, so pena de no recibir la ayuda de corto plazo, bajo el principio de ayuda a la autoayuda, pues existen nomás empresas en quiebra con propietarios ricos. Los salvaguardias reconocidos por la OMC (sólo para dar un ejemplo) tienen una duración máxima de 180 días; en este lapso se deben haber tomado las medidas necesarias para contar con más competitividad y, por lo tanto, poder dejar sin efecto una protección de corto plazo para sobrevivir.

Ad 2: Costo y disponibilidad de recursos financieros. Es obvio que Bolivia como país HIPC no puede resolver la crisis con “deficit spending” al estilo de J. M. Keynes, o pagar subvenciones a sectores con fondos que no existen. (¿Acaso con la imprenta de billetes?) Lo que sí sería un gran salto adelante es la eliminación de la corrupción que causa un muy bajo efecto a la inversión pública. En otras palabras: conformarse realistamente con los pocos recursos existentes, pero procurar que estos sean invertidos en su totalidad, sin merma. (Un amigo me comentó que tienen que incluir un 30% de coima en el precio de los repuestos que compra el Estado ¿qué tal?)

Ad 3: Compatibilidad. Si el remedio no respetara la compatibilidad con el orden económico social vigente, fomentaría la anarquía. Si este orden no cuenta con la aprobación de la mayoría de los ciudadanos, hay que cambiar las reglas de juego; es decir, primero modificar la CPE, y después las leyes y otras disposiciones. Parte de las reglas de juego vigentes son los compromisos contraidos con la comunidad internacional. Estos cambios fundamentales del orden pueden conducir el país hacia el futuro, o volver a Bolivia al pasado. El futuro sería que Bolivia se convierta en un país competitivo y un vecino exitoso de la aldea mundial, participando en el progreso (y, lamentablemente, sufriendo a veces con el mundo las consecuencias negativas de la globalización). El pasado sería volver a un Estado feudal, con un sistema mercantilista, un Estado paternalista asistencialista, que otorga prebendas, privilegios, proteccionismo, monopolios en favor de pocos y en desmedro de la mayoría. Volver al pasado, significa renunciar a pertenecer a la comunidad internacional; o sea, transitar por un camino inviable.

Ad 4: Curar o paliar. Hay una marcada preferencia o actitud de atender a necesidades cuando ya es casi demasiado tarde y hacerlo con accionamiento y bajo presiones y chantajes, utilizando parches para los síntomas. Es como tomar Aspirina en vez de un antibiótico; quita momentáneamente el dolor, pero sin combatir el origen del dolor. Es muy probable que eso vaya a suceder ahora, y como persistirán en este caso las causas de fondo de los problemas, éstos van a reaparecer pronto, y así ad infinitum.

¿Entonces, qué hacer? Lo que falta (como condición imprescindible, aunque no suficiente) es la reforma del Estado para devolver (?) o crear en el ciudadano la confianza en la administración pública. Eso, técnicamente, es fácil, sicológicamente inmensurablemente favorable (crear un “clima” de fe, esperanza, credibilidad; en fin, confianza), y requiere poca inversión. Además habrá el cumplimiento de un mandato de la sociedad civil y sería un remedio que cura un cáncer que amenaza al país, hoy peor que en los últimos 16 años. Sólo se requiere voluntad política para modificar al Estado democratizándolo. El Diálogo Nacional 2000 ha indicado cuáles son los cambios imprescindibles. Sólo imaginémonos que un Alcalde sea fiscalizado por los concejales… Por eso, lo que hace falta es modificar la modalidad de la elección de las autoridades.

fecha: 2001-07-28 23:42:23
autor: Willi Noack

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